Don Gregorio Riva, uno de los hombres más grandes que dio Moca y que más colaboró con el desarrollo de la Vega y todo el Cibao.

El mocano, Don Gregorio Riva , sin duda alguna,fue un hombre muy singular. Visionario y emprendedor imperturbable; hombre de fe, constancia y determinación. Rompió prejuicios, torció voluntades, quebró tabúes. Innovó, removió obstáculos, abrió camino al progreso y a la generación de riqueza.

Nació en Moca, el 24 de diciembre de 1833. hijo de Ramón Valentín Riva y Ramona Guzmán Rodríguez. Cursó secundaria e inició estudios de ingeniería que no concluyó, en Puerto Rico.
Casó en 1857 con Paula Álvarez, mocana, madre de sus hijos Adela, Mercedes, Sergio, Paula, Cristina, Rafael, María Estervina y Rosa Ana.

Debemos trasladamos a la época de nuestra independencia, en 1844, con todo en ciernes, para poder entender la obra monumental que significaba canalizar, con recursos propios, como lo hizo, amparado en una concesión pública, los ríos Camú y Yuna, caudalosos en esa época, y hacerlos navegables para la actividad comercial hasta Sánchez, facilitando así la comercialización de productos de exportación e importación, en sustitución del anacrónico y costoso sistema de las recuas de mulas que hasta entonces se usaban para el transporte.

Pocos años después se convirtió en inspirador y ejecutor de las obras de infraestructura para hacer viable el ferrocarril La Vega-Sánchez, que entroncaría, vía Moca, con el de Santiago. Esa fue una obra formidable, pues implicaba superar la barrera titánica de las inmensas ciénagas del Gran Estero. Y requirió de la contratación de mano de obra extranjera de las Islas Vírgenes, los que posteriormente serían conocidos como cocolos.

Cuando se puso en marcha el ferrocarril y llegó a La Vega, la comunidad lo recibió con alborozo. Allí Don Gregorio pronunció unas palabras lacónicas: ¡ahí lo tienen! Aceptó el nombramiento de Interventor de Aduanas en Sánchez, para poder cobrarse la inversión realizada del 10% de los aranceles vigentes.

Pero el poder político, encarnado por el tirano Ulises Heureaux ( Lilís), incumplió. Lo destituyó. Y lo dejó en la ruina. Así se compensaba tantos desvelos, trabajo esforzado, riesgo asumido. Así se premiaba una labor portentosa de abrir nuevas fronteras al progreso desde el ángulo privado. Desde entonces el poder político se constituyó en origen bautismal de la riqueza.

Cuentan que ya en su lecho de muerte, en 1889, su padre lo llamó y le dijo: «mi hijo, muero en la miseria, sólo dejo como patrimonio el apellido, consérvalo». Ese hijo rumiaba luego su tristeza, diciendo: «de poco me ha valido el apellido».

Se le considera, además, como si fuera poco lo ya dicho, el introductor de la siembra de tabaco de calidad a gran escala para la exportación, y también de muchas semillas mejoradas. Introductor de la imprenta en Samaná. Pionero de las plantaciones de coco en la península, que hoy muestra su belleza incomparable, meciendo sus pencas airosas. E introductor de las construcciones de mampostería.

Dotó a Samaná de calles, drenajes, aceras; fabricó grandes almacenes en diferentes lugares del país; introdujo las construcciones de mampostería, primeras en el Cibao Oriental; construyó una iglesia en Yuna dedicada a San Antonio y el cementerio católico de Moca; se dedicó a la exportación de caoba a Alemania, proveniente de una explotación forestal que tenía entre Cabrera y Samaná; explotó el guano de las cuevas de Los Haitises, exportándolo.

En esas cuevas encontró osamentas y vestigios de la cultura indígena que envió a un museo de Londres. Además, Riva fomentó el cultivo de coco en Samaná, importaba semillas de arroz, algodón, maíz, cacao y las distribuía gratuitamente entre agricultores para fomentar la siembraLa imagen puede contener: exterior

Y, en adición, el que fomentó la educación de la mano del espíritu hostosiano, y trajo a Moca maestros boricuas venerables.

Ahora sabemos que dos calles de Moca llevan el nombre de educadores traídos por él: Salustio Morillo y Ulpiano Córdova. Introdujo también la primera farmacia «La Mocana», la primera máquina de coser y el primer molino para secar café.

El poblado de Villa Riva, fuenombrado en su honor.
Era la figura de mayor influencia en el siglo XIX. Le ofrecieron varias veces la presidencia de la República, que no aceptó pues no gustaba de la política. Tanto arraigo, molestaba a Lilís. Félix Francisco Rodríguez compuso un himno a Riva con música de Manuel María del Orbe que se tocaba en las retretas, y el tirano lo prohibió.

Cuando se iniciaron los trabajos del Ferrocarril Central Dominicano, del cual fue promotor, Riva se entregó a ellos impulsándolos, organizándolos, supervisando y controlando y abandonó sus negocios. Pero Heureaux le guardaba la sorpresa de una trampa tendida a través de un político corrupto de su bando al que Riva no le permitió sacar de la aduana unos baúles de Navidad libres de impuestos. Entonces ocupaba el cargo de Interventor de Aduanas en Sánchez. El gobernante lo destituyó en el acto.

Leopoldo Franco apunta que el comportamiento dictatorial de Lilís influyó en el ánimo de don Gregorio, provocándole una desazón tan profunda que a la postre se convertiría en depresión permanente, la cual le acompañaría hasta su muerte el 19 de diciembre de 1889 en La Vega. Murió cargado de prestigio y de gloria moral pero arruinado y dejando a su familia en la pobreza. El hijo dice: Tan rudo golpe lo decepcionó de tal manera que murió de una afección al corazón y paralítico y arruinado. Contaba 56 años de edad.

Sus restos reposan en la catedral de La Veg