¡Fracasaron los envidiosos conspiradores! Por José Luis Taveras

Ya dejen de joder de una buena vez y váyanse a trabajar, que eso es lo que necesitamos para seguir avanzando. Un país no puede detener su marcha por el ocio de unos pocos resentidos. Se les complació en todo: ¿No querían presos de Odebrecht?, ahí los tienen, independientemente del criterio de la Justicia, del que siempre Danilo Medina ha sido devoto. Pretendían tumbar al Gobierno con la bufonería del financiamiento electoral del presidente y les explotó el torpedo en las manos con la exculpación confesa de los imputados en Brasil. Solo les quedaba la punta de Catalina para aguijonear la paciencia del Gobierno y ya Agripino, con una moral “Estrella”, se la castró de un solo corte. Se quedaron desconcertados y huérfanos de argumentos. ¿Qué más quieren?

Dejen que el Gobierno se ocupe, como lo ha hecho, de mantener el crecimiento económico rozando los dos dígitos. Ese es el país que queremos y merecemos; lo demás es caos. Un futuro no se construye con envidias ni resabios. Pedir más es subversivo. La mayoría somos gente de paz y queremos vivir en paz.

Se ha jugado deportivamente con el Gobierno para distraerlo de lo único que sabe hacer: trabajar… y honestamente. ¿Saben ustedes lo que significa y cuesta mantener desconcentrada a una élite de tecnócratas como la que nos hemos dado en estos últimos diez años de progreso? Esas necedades populistas, alentadas por oscuros designios, les han sustraído atención a ministros hacendosos, quienes han tenido que abandonar sus altas responsabilidades para responder los agravios de un puñado de majaderos.

¿Qué quieren ahora? ¿Que el gobierno no trabaje? Claro, como la cultura sediciosa se nutre del ocio, nunca comprenderán, ni por pujo intuitivo, el inmenso valor del trabajo responsable. Su único esfuerzo leve, alevoso y fatuo es conspirar para derivar rentas políticas.

¿Acaso no se han preguntado qué sucedería si logran paralizar al Gobierno? Les presento una muestra catastrófica de ese riesgo para que lo piensen dos veces. Si eso pasara (que Dios nos libre), ¿quién les haría anécdotas y viejas historias trujillistas a los empleados de la Superintendencia de Seguros? ¿Quiénes ocuparían los asientos oficiales en el restaurante Don Pepe frente a un filete importado de ternera? ¿Quién atendería los iracundos reclamos cosméticos y quirúrgicos de la primera, segunda y tercera base? ¿Quién se ocuparía de los permisos para la instalación de estaciones de combustibles y bancas de apuestas en todo el mapa o de otorgar todo tipo de concesiones, permisos y licencias o de “torear” a la brava con las importaciones? ¿Quién emitiría y negociaría bonos soberanos para sufragar cualquier antojo? ¿Quién bucearía en los vericuetos de la magia para hacer “legales” contratas con intereses vinculados? ¿Cuál de esos haraposos opositores iría a pasar trabajo en una suite del Waldorf Astoria de la Park Avenue en misión oficial para representar al país en tediosas comilonas (y, para colmo, con una hembra “no oficial” de cuarto bate)? ¿Quién bailaría “Despacito” a bordo en primera clase? ¡Partida de envidiosos! Háganse…( ) un partido y cojan pela. ¡Déjennos gobernar!

Son depredadores de esperanzas e insidiosos contumaces. Nunca están conformes; su oxígeno es el pesimismo como ideología y negocio. Reclaman lo que el Gobierno les resuelve solo para ganar tribunas inmerecidas. Díganme, ¿cuál denuncia no ha sido respondida? Los Tucano: en investigación; Odebrecht: en investigación; la OISOE: en investigación; el CEA: en investigación; los Tres Brazos: en investigación; el financiamiento de la campaña del presidente: en investigación… (¡Perdón!, esa no; se me escapó por el ritmo infeccioso de la letanía).

Están desesperados, detonando sus últimos petardos, y para colmo sin dinero porque “el gran empresariado” les retiró los 30,453 pesos con trece centavos que aportaba para sus marchas rodantes, bajo el legítimo reclamo de que ese dinero era para bailar bachata y lo dilapidaron en un vulgar perreo (dembow) conspirativo. ¡Abusadores!

Prepárense para un suicidio colectivo cuando, para rematar, aparezca la encuesta sobre la popularidad del presidente, de esas buenas mediciones que se hacen sin el fragor, las sospechas ni los celos de la zafra electoral. Tendrán que martillarse la cabeza cuando vean ese 58 % ¡clarito!; se lo tragarán sin saliva. Y la sorpresita: en diciembre empezarán a sonar los villancicos reeleccionistas con “unción” electoral incluida. Suelten a Odebrecht y dejen gobernar. ¡A trabajar!

PDAtención: Dirección General de Comunicación de la Presidencia.  Me pueden enviar el chequecito a la dirección que les di. No se confundan otra vez; no trabajo en el Listín Diario ni en Zol FM. Si les resulta más cómodo, favor transferir al Deutsche Bank, Panamá City. Cuenta 666-6969-2020.