La buena suerte de Manuel Estrella. Por Matías Bosch

El País/La Fundación Juan Bosh realizo una rueda de Prensa en un Salón del Supermercado Nacional, ubicado en la Lincon con 27 de Febrero Distrito Nacional con motivo del 47 aniversario del golpe de Estado del gobernó de bosch y soliralidad con Honduras, en la Foto Matías Bosch Hoy/Andrés Monción 16/09/10

El sitio web de la revista Forbes invita a conocer la lista de los próximos diez millonarios dominicanos que podrían entrar en su ranking continental. Al revisar la lista, aparecen nombres por todos conocidos: Vicini, Grullón, Corripio, Rainieri, León, Bonetti, Martí, González Cuadra, García… En palabras llanas, el dream team de los tutumpotes nacionales.

Un nombre salta a la vista: Manuel Estrella. El origen de su fortuna, según Forbes: “autogenerada”.

¿Quién es Manuel Estrella? Pues un ingeniero, presidente del Grupo Estrella, el mismo del acero, el cemento, el hormigón, las construcciones, aeropuertos, pinturas. Hasta tiene canal de televisión. El megacontratista del Estado dominicano. Un curioso propietario de una curiosa fortuna “autogenerada”.

Sin duda alguna, Manuel Estrella es un hombre singular. Y poderoso. No se mueve en automóvil, sino en helicóptero que lo lleva a los más recónditos puntos del país donde desee ir. Estrella, que preside la firma creada en 1983, se transformó de repente en un supercontratista. Del edificio de los ministerios de Medio Ambiente y Turismo a la reconstrucción de Haití; del Corredor Duarte a Punta Catalina, Estrella nunca más dejó de sacarse fotos con presidentes, a los que incluso ha agasajado con lujos, y nunca más perdió una obra a la que concursara. Al menos ninguna de las importantes. Parece ser el único que puede construir en República Dominicana, al menos cuando el contrato es grande. Algo de especial tenía que tener para convertirse en el socio nacional de Odebrecht. Una especie de aureola o dicha de origen divino.

¿Alguien se le ha ocurrido siquiera hacer un cálculo de cuánto dinero habrá acumulado Estrella en su riqueza “autogenerada”? Es difícil en un país donde las informaciones de la DGII son secretas y uno no puede enterarse del patrimonio y los estados financieros de los contratistas del Estado. Pero para hacerse una idea de lo amasado por este próximo millonario de Forbes, acudamos al ejemplo de Ángel Rondón. Sí, Rondón el sobornador de Odebrecht. Si este último obtuvo unos mini-contratos con el Estado dominicano por 6.916.000.000 de pesos ¿cuántos ceros serían los de los montos ganados por Estrella? ¿Cuánto le debe su fortuna “autogenerada” a las mágicas contrataciones, los fantásticos concursos, los espléndidos dedos selectivos, y al éxito de Odebrecht?

Según un informe del MOPC de 2009, tan sólo en ese año, producto de la “emergencia” declarada por decreto en ocho provincias, los Estrella obtuvieron contratos por un total de 807 millones de pesos. Otra línea de aproximación serían las fortunas contratadas por el Estado dominicano a la transnacional brasileña, su estelar socio: 5000 millones de dólares, incluyendo casi 800 millones en “adendas” a contratos.

Sin duda alguna, Manuel Estrella tiene suerte. “Autogenera” fortuna con las obras que paga el pueblo dominicano, directamente con sus impuestos de hoy, o indirectamente con el hambre de mañana a través de la inconmesurable deuda pública. Y tiene suerte porque nadie sabe cómo, pero gana, siempre gana. Nunca le han faltado los contratos. Y cuando se ganó el más grande, el de Punta Catalina, y luego hubo que investigarlo, hasta un representante suyo (Agripino Núñez Collado) consiguió tener en la comisión indagadora.

Pero, a decir verdad, Estrella tiene más suerte aún: En el mismo país donde el titular “Odebrecht” no sale de los periódicos, donde el nombre “Ángel Rondón” no se escapa de un noticiero, Manuel Estrella sigue sus días tranquilo, construyendo y construyendo, andando en su helicóptero, supervisando los edificios que su cemento PANAM levanta al sur de Baní, como si con él no fuera. En el apogeo de su riqueza “autogenerada”.

Nadie, absolutamente nadie toca a Manuel Estrella. Nadie lo rosa ni con el pétalo de una flor. Nadie lo investiga. Nadie lo menciona. Mientras, la revista Forbes lo espera para incluirlo en su ranking de millonarios.