Con mucha atención y algo de impaciencia, los dirigentes rusos esperan a que Donald Trump asuma la presidencia estadounidense y emprenda un rumbo más favorable a sus intereses, especialmente en Siria y Ucrania, los dos escenarios internacionales en los que Moscú se ha implicado militarmente.
A las reacciones espontáneas, por lo general optimistas, ante el triunfo de Trump, han seguido las reacciones más reflexivas de los expertos. Según Dmitri Trenin, el director del Centro Carnegie en Moscú, la elección de Trump supone “una oportunidad de sacar las relaciones con EE UU de una zona peligrosa y de lograr un acuerdo sobre Siria y Ucrania.
El Kremlin comprende muy bien que la situación actual todavía es indefinida y mucho dependerá de quién ocupe los puestos clave y de que Trump cumpla sus promesas electorales, opina el especialista. No obstante, señala, “por primera vez en muchos años, en Moscú ha aparecido la esperanza de que las relaciones con EE UU pueden mejorar en condiciones aceptables para Rusia”. Entre estas condiciones figuran la presión de Washington sobre Kiev para que se cumplan los acuerdos de Minsk (sobre la pacificación de los territorios insurgentes en Donetsk y Lugansk), la suavización de las sanciones y la reanudación de la colaboración diplomática sobre Siria, así como la lucha conjunta contra los extremistas en aquel país. “El fenómeno Trump indica al Kremlin que a los norteamericanos les preocupa su excesiva implicación en los asuntos mundiales. Si esto se confirma, Rusia estará dispuesta a colaborar”, señala Trenin.
Fuente:El pais