Un dia surreal en nuestro Palacio de Justicia. Por Ricardo Ripoll

 

Mierquina, yo que estoy medio surrealista ultimamente, hoy ha sido un dia surreal. He visto sueños materializarse, todo un Palacio de Justicia vocear a todo pulmón al Ministro Administrativo de la Presidencia: -¡Laaaaadron, Laaaadron, Ladronazo, LADRONASASASAZO!… ¡los corruptos y ladrones a la carcel! El eco retumbaba, no solo en mis oidos, más  en mi corazon, mientras observaba al susodicho languidecer, palidecer, apretando sus mandibulas hasta hacer los dientes crujir; sus labios, como por arte de magia, se tornaban cenizos mientras aceleraba sus pasos, y pensaba él que se escabullia, simplemente provocando el aumento de intensidad y de decibeles de las consignas. ¡Qué gozo! Ahí casi tengo un orgasmo existencial, espiritual.

Por otro lado el juicio mio, una experiencia como salida de las mejores series de Netflix o HBO; la postura y actitud del «SEPTICO», eso no tiene nombre, padre ni madre; el vestuario, algo digno de una pelicula de Pasolini, un saco arlequinesco, unos pantalones que no tenian nada que ver, y por supuesto, la respectiva, reglamentaria y repulsiva camisa morada, y para coronar: un Cartier de 15,000 dólares que misteriosamente lo hacia ver como un «Chuflai», (algo casi imposible de lograr, el lo logró). El casting, era como de protagonistas de un documental sobre la cárcel de La Victoria. ¡Caramba! Qué acompañantes (¡Qué escolta se gasta la bocineta esta!). La tramoya decía apártate: maletines, sombreros, prendas. Realmente no le encuentro descripción; algo totalmente dantesco, y todo el conjunto parecía como una imitacion burda y barata de un cuadro de Geronimus Bosch, hecho por un derecho a la zurda, ¡ufffff…! Alucinante.. El abogado… ¡Ay el abogado! Un ego con dos patas, un ego que no cabía en la sala… más de una vez insistía en repetir – yo esto, yo lo otro…- Parecía que se representaba a sí mismo, más que a su ilustrísimo cliente. Se quitaba y se ponía los lentes una y otra vez, tratando de imprimir un caracter que a cuatro esquinas se notaba que no tenía. Tremendo espectáculo, digno de un show de burlesque masculino de tercera categoría, de las periferias de Las Vegas. Este hizo pataletas, insultos, le faltó el respeto a la Jueza. Para no cansarles el cuento, terminó como la fiesta de los monos: A RABAZOS, amenazas de ambas partes, que: -yo la voy a recusar a usted…-, y desde el estrado se escuchaba una voz dulce que decía: -¡diga otra palabra que lo voy a mandar para arriba, a trancar!- Guaaaaay… Policías de gris en poses de atención, chivísimos; y para culminar, el barbarazo que con una hoja de zinc y una piedra en la cabeza, como buena letrina, honraría a la perfeccion su nombre y oficio personal, me dice algo a la salida y yo me quedo mirándolo y pensando: «pero la verdad que no hay escrúpulos ni verguenza, ¿cómo se atreve a dirigirme la palabra? De la nada aparece un incipido y repugnante guardaespaldas, me emplaza y me dice: -¿qué es lo que miras..?- en tono amenazante, a lo que no pude resistirme y nos pegamos, hasta le dije: -mireeeeeee saco de heces fecales..» Claro, no en esas palabras pero honrando nuestro vocabulario, en buen dominicano jijiji…

Nuestro respetado Dalí, de estar presente en este inolvidable dia, se hubiera sentido muy mal. Aceptar que el surrealismo no era él sino algunas figuras del PLD y hubiera tenido que retractarse publicamente y aceptar la surrealidad de que el surrealismo es morado.

Que día tan feliz, ¡qué gratificante!
¡Este día me ha llenado…!
Me cayó como un Ginger Ale Frappe en el desierto del Sahara, a las 12:00 del medio día. ¡Totalmente refrescante!
¡El universo conspira y se manifiesta!