No he escuchado a nadie, ni político, ni salud publica, ni ayuntamientos a nivel nacional hablar del tema que en Wuham causó estragos, y es el manejo de las toneladas de desperdicios que generó la pandemia en esa ciudad. Desperdicios en su mayoría con alta contaminación del virus, muchos de pacientes en las calles, otros de centros de atención, médicos y enfermos.
No existe un lugar de depósito de los millones de guantes, mascarillas, sábanas, almohadas, toallas, batas, gorros, protectores de zapatos, en fin, en Wuham llegaron a ser 50 toneladas solamente de desechos contaminados que en pocos días se convertían en focos de contagio por todos lados, razón por la que tuvieron que recurrir a industrias con grandes incineradores a los fines de poder extinguir ese desperdicio tóxico.
Debemos entender que estos elementos de protección, aún usted no se infecte, recogen todo tipo de virus, bacterias y cuanto usted haya respirado y tocado cada día. Urge una campaña de concientización del manejo de estos desperdicios, colocarlos al final del día en fundas plásticas resistentes y sellarlas con algún tipo de precinto, cinta pegante o alguna manera que pueda ser identificada por aquellos responsables de recolectar la basura, así puedan ser llevadas a un lugar de incineración.
De no hacerlo, pronto los vertederos serán áreas altamente virulentas, allí a diario se congregan los famosos buzos de la basura, aquellos que laboran en dichos vertederos y también los que andan recolectando por nuestras calles, expuestos ellos y expuestos todos nosotros que tenemos un zafacón en frente de nuestros hogares.
Aprendamos de Wuhan, miremos nuestros alrededores, que Dios aún nos da la oportunidad de poder tener espejos donde reflejarnos para evitar.
¡PROTÉGETE Y PROTÉGEME!