El Salvador. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha señalado a la mayoría de los periodistas y medios «independientes» de formar parte de una operación global de lavado de dinero, vinculado a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Esta acusación pone nuevamente en la mira las relaciones entre los medios de comunicación, las ONG internacionales y los gobiernos de la región.
A través de su cuenta en la red social X, Bukele aseguró que muchos de los periodistas y medios que se consideran independientes son, en realidad, parte de una red global destinada a promover una agenda globalista. El mandatario respaldó su acusación citando información de WikiLeaks, que revela que USAID ha canalizado grandes sumas de dinero a través de la ONG Internews Network (IN). Según los documentos filtrados, esta organización habría recibido más de 500 millones de dólares, los cuales se habrían destinado a financiar 4,291 medios de comunicación y proporcionar formación a más de 9,000 periodistas. Para Bukele, este tipo de operaciones son parte de un esfuerzo por influir en las narrativas mediáticas y promover intereses ajenos a los del pueblo salvadoreño.
Este ataque a los periodistas independientes se produce en el contexto de un creciente desencuentro entre el gobierno de Bukele y ciertos sectores de la prensa, que han criticado sus políticas, especialmente en lo que respecta a la libertad de expresión y el control de la información. En sus mensajes, el presidente salvadoreño insiste en que estas organizaciones y medios no son neutrales, sino que responden a intereses externos, específicamente a través de los fondos que provienen de USAID y otras agencias internacionales.
Por su parte, el gobierno de Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, también ha sido objeto de críticas por sus políticas hacia la cooperación internacional. Trump ordenó la congelación de gran parte de los fondos de USAID, incluidos los destinados a programas de salud, emergencia y desarrollo en América Latina, una medida que ha afectado a países como El Salvador. Según Bukele, estos recortes no solo son positivos para su país, sino que también reflejan un rechazo a los intereses extranjeros que, según él, buscan financiar movimientos de oposición en la región.
Las afirmaciones de Bukele sobre el lavado de dinero y la manipulación de la prensa no deben tomarse a la ligera. Si bien la transparencia en el uso de fondos internacionales es una cuestión válida y necesaria, acusaciones tan graves requieren pruebas claras y verificables. El uso de los medios de comunicación como instrumentos para promover agendas políticas extranjeras es una preocupación legítima en cualquier democracia, pero también lo es el ataque a la libertad de prensa y a los derechos fundamentales de expresión.
El hecho de que Bukele haya vinculado directamente a la prensa con estas acusaciones podría interpretarse como un intento de socavar la credibilidad de los medios críticos y fortalecer su control sobre la narrativa pública. Esta estrategia, aunque común en gobiernos autoritarios, plantea serias dudas sobre el respeto al derecho de los ciudadanos a recibir información veraz y diversa.
Las acusaciones de Bukele contra los periodistas y medios independientes son una muestra más de la creciente polarización política en El Salvador. Aunque es necesario investigar y garantizar la transparencia en el uso de fondos internacionales, también es esencial defender la libertad de prensa como un pilar fundamental de la democracia. Las instituciones internacionales y los actores locales deben asegurar que el flujo de información en El Salvador y en la región no se vea comprometido por intereses políticos o económicos que puedan afectar a la población.