Somos Pueblo. – Un reciente estudio dirigido por la Universidad de Nuevo México ha generado preocupación tras descubrir altas concentraciones de microplásticos en tejidos humanos, particularmente en el cerebro. Las muestras utilizadas en la investigación incluyeron tejido cerebral y hepático de individuos fallecidos en 2016 y 2024, evidenciando un alarmante incremento de estos contaminantes en el cuerpo humano.
En 2016, las pruebas revelaron la presencia de partículas de plástico en los órganos humanos en cantidades preocupantes: 142 microgramos por gramo (µg/g) en el hígado y 465 µg/g en el cerebro. Para dimensionar la magnitud del hallazgo, esto equivale a unos pocos granos de azúcar en una cucharadita de tejido. Sin embargo, los niveles detectados en 2024 se dispararon de manera alarmante. En el hígado, la cantidad de microplásticos aumentó más de 24 veces, alcanzando 3,420 µg/g, mientras que en el cerebro se multiplicó por diez, llegando a 4,763 µg/g. En menos de una década, la contaminación por microplásticos en estos órganos se ha incrementado exponencialmente.
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio indica que las personas diagnosticadas con demencia presentan entre tres y cinco veces más microplásticos en sus tejidos cerebrales en comparación con aquellas sin esta condición. Este dato sugiere una posible relación entre la acumulación de microplásticos y el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, lo que podría redefinir la comprensión de factores de riesgo en patologías cerebrales.
El análisis reveló que la mayor parte de los microplásticos detectados en los tejidos humanos está compuesta de polietileno, un polímero ampliamente utilizado en productos cotidianos como bolsas plásticas y envases. Además, se identificaron partículas de menos de 200 nanómetros, lo suficientemente pequeñas como para atravesar la barrera hematoencefálica y acumularse en las células inmunitarias y paredes cerebrovasculares.
El estudio también comparó la acumulación de microplásticos en distintos órganos, demostrando que el cerebro contiene entre siete y treinta veces más microplásticos que el hígado y los riñones. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores emplearon técnicas avanzadas de análisis como la pirólisis gas cromatografía-espectrometría de masas (Py-GC/MS), permitiendo detectar y cuantificar con precisión la presencia de estos contaminantes.
Los resultados de la investigación refuerzan la urgencia de reducir la exposición personal a los microplásticos. Entre las medidas recomendadas por los científicos se incluyen evitar el uso de bolsas de té fabricadas con plásticos, no calentar alimentos en recipientes plásticos en microondas y optar por el consumo de agua del grifo en lugar de agua embotellada, ya que esta última puede incrementar significativamente la ingesta de microplásticos.
Estos hallazgos se suman a investigaciones previas que han asociado la presencia de microplásticos con efectos adversos en la salud, como inflamación cerebral y disminución de la fertilidad masculina. Aunque la ciencia aún está en etapas iniciales para comprender completamente los riesgos de la «plasticización» del cuerpo humano, los especialistas enfatizan que es imperativo profundizar en los estudios para evaluar sus implicaciones en la salud pública.
Una sola botella de plástico puede liberar hasta 10 millones de micropartículas durante su consumo, lo que subraya la necesidad de replantear el uso de materiales plásticos en la vida cotidiana y buscar alternativas sostenibles que mitiguen este creciente problema medioambiental y de salud.