Somos Pueblo – A través de un video difundido en redes sociales, un nacional haitiano consciente de las diferencias entre su país y República Dominicana expresó su opinión sobre los recientes debates en torno a la supuesta posibilidad de unir ambas naciones que comparten la isla.
En su intervención, el ciudadano haitiano respondió a comentarios que planteaban la idea de unificación territorial o cultural, asegurando que «el agua y el aceite no se mezclan, el azúcar y la sal no se mezclan». Sostuvo que, aunque ambos pueblos comparten el mismo territorio insular, sus diferencias culturales, sociales y espirituales son profundas e irreconciliables.
“El dominicano cree en Dios. El dominicano es humanista, es una nación alegre, un pueblo alegre”, manifestó. Destacó que la cultura dominicana es ampliamente valorada y disfrutada a nivel internacional, mientras que cuestionó quién en el mundo desea vivir bajo la cultura haitiana.
A lo largo de su mensaje, el nacional haitiano insistió en que «son dos culturas diferentes» y subrayó que no existe manera de unirlas. “Los haitianos que se queden allá y los dominicanos que se queden allá”, dijo enfáticamente, atribuyendo los problemas de Haití a una crisis espiritual y de convivencia entre su propia población.
En ese sentido, criticó que «los haitianos que están pasando tanto trabajo es porque casi la mayoría tiene el corazón negro», y llamó a un cambio de actitud para lograr una mejor convivencia interna en su país. Según explicó, a pesar de las dificultades económicas en República Dominicana, «el dominicano con dominicano convive; el haitiano con haitiano no convive».
El ciudadano comparó además las condiciones de vida entre ambos lados de la isla, asegurando que mientras en República Dominicana se observan avances similares a los de grandes ciudades como Nueva York o Miami, en Haití predomina el desorden y la precariedad, describiéndolo como «un desierto».
“Como está tu corazón, ahí estará el color de tu vida”, concluyó su reflexión, destacando que la situación de los pueblos refleja el estado moral y espiritual de sus sociedades.