Un nuevo ciclo de traslación de la Tierra alrededor del Sol está por concluir de acuerdo a lo que establece el calendario gregoriano, un punto que se toma como partida en el mundo occidental para fijar el fin de un período y marcar el inicio del camino hacia nuevas metas, que van desde pérdida de peso hasta placeres, obtención de dinero, bienes, etc.
Si bien es cierto que este término es nominal, que la búsqueda de nuevos objetivos puede comenzar en cualquier punto de la vida y que su consecución depende de la disciplina y el esfuerzo que se dispongan para alcanzarlos, establecer un nuevo año como el principio de una serie de cambios para mejorar, no importa en qué, siempre es positivo.
La vida es dialéctica. Siempre cambia, siempre cambiamos. Pero, ¿hacia dónde van esos cambios? ¿Nos hemos detenido a pensar sobre qué éramos ayer y qué somos hoy como individuo y como parte de un colectivo? Es verdad que para llegar a tal reflexión se necesita una cena como la de Nochebuena (quien la pudo tener) para poder generar un análisis útil de nuestra realidad, pero es necesario.
No llegamos a la vida para ser uno más. Como adultos nos corresponde asumir responsabilidades, que muy probablemente en una sociedad tan fragmentada como la que vivimos nadie nos enseñó mientras crecíamos, y que muy difícilmente entendamos que tenemos hasta entrar en una edad madura, que es cuando empezamos a hacer un poco más de consciencia sobre nuestro entorno, aunque muchos morimos sin lograr ese despertar.
Vivimos en sociedad, no estamos aislados. Si en el barrio se va la luz la solución no es comprar un inversor para resolver exclusivamente mi problema, o sea, si el problema es colectivo, la solución no es individual. No es comunismo, tampoco se trata de ser “buenos cristianos” para amar al prójimo como a nosotros mismos, se trata de solidaridad, de deber y de compromiso ciudadano.
Desde Somos Pueblo criticamos, pero con la convicción de que para ser una mejor nación debemos ser mejores ciudadanos y mejores personas. Es por ello que más allá del pesimismo que nos generan las malas noticias que tenemos que servir a diario queremos dejar plantada un poco de la esperanza que tenemos porque confiamos en la capacidad de nuestro pueblo de hacer una mejor República Dominicana, que sea ejemplo en el mundo y en las generaciones por venir.
Usemos el inicio de un nuevo año para no lamentarnos, para desafiar al futuro con optimismo, para defender nuestra patria y construir los cimientos de una sociedad modelo para América Latina y el mundo.
¡Feliz y próspero año 2026!
