Complot develado: Anatomía de una atrocidad. Por Melvin Mañón

Los proyectos que requieren trámites para ser aprobados por un gobierno, lo serán -a veces- cuando cumplan las exigencias de lugar o lo serán -incluso sin cumplirlas- cuando cuenten con el beneplácito de dicho gobierno. En ese último caso serán, inevitablemente, hijos ilegítimos o bastardos de éste: así será su reputación y también su validez.

Un puñado de “empresarios y funcionarios” de Danilo Medina concibieron el aeropuerto de Bávaro, como una aventura y como una venganza. Sabían que el Aeropuerto Internacional de Punta Cana -que maneja el grueso del tráfico turístico del país- además de estar muy bien manejado es muy rentable, pero sabían -también- que sus dueños no estaban en el parnaso ni en la gracia del Sr. Medina. Decidieron que querían una tajada de ese negocio y, a lo bestia, empezaron a tramitar construir un nuevo aeropuerto, justo al lado del otro.

Los tres aeropuertos que tendrá el este.
Los tres aeropuertos que tendrá el este.

En 2018 el turismo y la economía mundial estaban todavía en auge y, aunque un nuevo aeropuerto no iba a incrementar el número de vuelos ni la cantidad de pasajeros, ABRISA – nombre bajo el que se cobijan los interesados- contaba con la complicidad del gobierno, no solamente para la tramitación -que es un proceso complejo y sujeto a numerosas exigencias- sino que, ese mismo gobierno traería, vía política, el tráfico aéreo que ni la economía ni la competencia llegarían a proveer.

Pero la trama del grupo ABRISA no contaba con que:

1.- Producto de los errores de Boeing con el avión 737-Max8, la aviación -junto a otros factores estructurales- iban a desacelerar la economía mundial, ya desde temprano en  2019.

2.- El surgimiento del Covid-19 y su diseminación en 2020, por todo el mundo y solo en cuestión de meses, hizo colapsar -casi de repente- el estilo de vida moderno, destruyendo la industria turística y asestando un golpe demoledor al tráfico aéreo en todo el mundo.

3.- Danilo Medina iba a perder la reforma constitucional en 2019, la nominación presidencial y -al final- iba a quedar fuera del poder, inhabilitado, desacreditado y muy probablemente perseguido judicialmente.

El aeropuerto de Bávaro del grupo ABRISA, a base de tantos ilícitos cometidos, tantas irregularidades, vacíos, vicios y falsedades; solamente podía existir mientras Danilo Medina fuera gobierno y autorizará validar inspecciones no realizadas, concediera todos los permisos al vapor -sin siquiera preguntar- y, según su costumbre, desoyera las denuncias de la atrocidad perpetrada. Por esa razón es que, tan pronto se supo que el candidato de Danilo Medina había perdido las  elecciones, procedieron a acelerar los trámites de aprobación, en la creencia de que, dejando la aprobación del aeropuerto como un hecho consumado, garantizaban su existencia.

Danilo Medina junto a Abraham Hazoury.
Danilo Medina junto a Abraham Hazoury.

En buena y sencilla lógica, en medio de una depresión económica mundial, con el tráfico aéreo por el piso, con el turismo paralizado, ¿para qué querría alguien invertir 200 millones de dólares en un aeropuerto nuevo, al lado de otro ya existente que -además- nunca ha podido operar a plena capacidad, por insuficiente tráfico aéreo?  Motivos inconfesables abundan y forman parte de los antecedentes de los promotores, cuya gestión ha sido -y es- tema de litigio en tribunales. La cuestión, por tanto, no es discutir distancias, monto invertido ni pretender que las inspecciones y los permisos fueron otorgados en base a “mérito”, ya que ese proyecto nunca estuvo adornado por otra lógica que no fuera la del saqueo, la ilegalidad y la prevaricación, auspiciados por Danilo Medina.  Ese  Aeropuerto de Bávaro es un proyecto, como muchos otros, ilegal, bastardo y fraudulento en su concepción, en su nacimiento y en su bautizo y no merece otra suerte que la persecución  judicial.

Este no es el único caso a tratar y perseguir. Es apenas el primero, por grande, burdo, escandaloso y grotesco; por no mostrar lo mejor de la asociación Estado – Sector Privado, sino lo peor de las complicidades, la prevaricación y el abuso.

El parloteo sobre el honor y nombradía de los miembros de la Comisión Aeroportuaria no tiene méritos. En un estado de derecho, un funcionario, en sus actuaciones, se presume inocente hasta que se demuestre su culpabilidad. Con Danilo Medina las decisiones de los funcionarios y organismos se presumen dolosas hasta prueba en contrario. Así fue el reinado de ese que ahora ni coraje tiene para entregar como es,  la banda presidencial que tanto ha deshonrado.