Somos Pueblo – Un archivo clasificado es un documento oficial restringido al público general, protegido por los gobiernos o instituciones debido a su contenido sensible para la seguridad nacional o intereses estatales. Su desclasificación —el proceso mediante el cual se autoriza su acceso público— ocurre tras un periodo determinado por ley o decisión gubernamental, permitiendo finalmente el escrutinio histórico de información anteriormente reservada.
Resulta particularmente llamativo, e incluso preocupante desde una perspectiva historiográfica, que se esté otorgando validez histórica a información filtrada del propio aparato represivo de la dictadura trujillista. El SIM, conocido por ser el brazo ejecutor de la represión y la persecución política, generó estos documentos desde la perspectiva del régimen y posiblemente con intenciones específicas de control narrativo sobre los acontecimientos. ¿Podemos confiar en la versión de los hechos proporcionada por quienes tenían interés directo en manipular la historia?
Setenta años después del magnicidio que puso fin a la era de Rafael Leónidas Trujillo y luego de la muerte del último sobreviviente de los ajusticiadores, Miguel Ángel Bissié Romero, salen a la luz nuevos documentos que podrían reescribir partes importantes de la historia dominicana. Un informe desclasificado el 17 de marzo de 2025 ha vuelto a poner en el centro del debate histórico la participación de agencias extranjeras en eventos clave de la República Dominicana. Este documento, fechado en 1963, confirma que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) tenía conocimiento previo del complot para asesinar a Rafael Leónidas Trujillo Molina el 30 de mayo de 1961.
Los archivos recientemente divulgados evidencian que la agencia de inteligencia estadounidense no solo estaba al tanto del plan, sino que también proporcionó armas a los involucrados por medio de la embajada de EE. UU. en Santo Domingo. Esta asistencia material se confirmó en los registros, consolidando la idea de una implicación indirecta de la CIA en uno de los hechos más trascendentales de la historia latinoamericana del siglo XX. Entre los datos revelados, se especifica que las armas utilizadas en el magnicidio fueron entregadas directamente por personal vinculado a la embajada estadounidense en el país.
Paralelamente, los documentos en cuestión, proporcionados por Clodoveo Ortiz, funcionario del aparato de inteligencia de la dictadura, contienen información detallada sobre la participación del General Díaz, Antonio de la Maza, Salvador Estrella y Roberto Pastoriza en la conspiración que culminó con el asesinato de Trujillo. Estos documentos del SIM representan, como ha señalado un destacado historiador dominicano, «la versión de la propia dictadura de la propia tiranía», una perspectiva que debe ser analizada con extremo escepticismo crítico.
«Estos documentos deben interpretarse con cautela, ya que podrían haber sido elaborados con la intención de desacreditar a los participantes en el magnicidio», señala un especialista en historia dominicana contemporánea consultado para este reportaje. «El régimen tenía interés en construir una narrativa que restara legitimidad al acto y presentara a los conspiradores bajo una luz desfavorable».
La pérdida de Bissié Romero el pasado 5 de enero, quien falleció a los 90 años de edad, representa la desaparición de una perspectiva testimonial invaluable que podría haber contrastado estas fuentes oficiales. Bissié Romero, de origen español, se unió a la conspiración por su amistad y relación familiar como concuñado de Antonio de la Maza Vásquez. Su papel fue crucial en la preparación logística: recortó las escopetas utilizadas en el tiranicidio, fabricó placas falsas para los vehículos y guardó en su casa los fusiles, armas y municiones, participando en la gesta con apenas 27 años.
Su testimonio directo contradecía frontalmente la narrativa oficial preservada en los archivos del SIM. Bissié Romero describió en su última entrevista, el clima de terror que existía bajo el régimen: «Cuando llegué a República Dominicana encontré un ambiente amargo, un pueblo un poco triste. A medida que pasaron los tiempos, me di cuenta de cuál era el sufrimiento del pueblo dominicano, el terror casi colectivo».
El papel de Antonio de la Maza, Salvador Estrella y Roberto Pastoriza ha sido fundamental en la narrativa histórica dominicana, siendo considerados por muchos como héroes que arriesgaron sus vidas para liberar al país de una de las dictaduras más sangrientas de América Latina. Sin embargo, los documentos del SIM ofrecen una caracterización diferente de sus motivaciones y acciones, una discrepancia que debe motivar un análisis crítico de las fuentes y sus intenciones.
Bissié Romero, quien pertenecía al llamado «grupo de Moca» junto a Antonio de la Maza y sus hermanos Ernesto, Mario, Bolívar y Pablo, así como Eduardo Antonio García Vásquez, su hermano Bienvenido y Luis Manuel Cáceres Michel, representaba una contra-narrativa viva frente a los registros oficiales. Su desaparición física subraya la importancia de aproximarse con escepticismo a los documentos generados por el propio régimen.
Este cuestionamiento de fuentes primarias pone de relieve la complejidad de reconstruir hechos históricos cuando la información disponible proviene principalmente de las instituciones del propio régimen. Los historiadores señalan que es fundamental contrastar estas fuentes con testimonios de sobrevivientes, correspondencia privada y documentación internacional para obtener una visión más equilibrada de los acontecimientos.
El debate sobre estos documentos no solo tiene relevancia histórica, sino que también toca aspectos fundamentales de la memoria colectiva dominicana y la forma en que el país ha procesado su pasado dictatorial. A medida que nuevos documentos son desclasificados y sometidos a escrutinio, la narrativa sobre el fin de la era Trujillo continúa evolucionando.
La reevaluación crítica de estos documentos forma parte de un esfuerzo más amplio por comprender la compleja dinámica del poder durante la dictadura de Trujillo y los acontecimientos que llevaron a su caída, un proceso esencial para la consolidación democrática de la República Dominicana.
Como medio de comunicación comprometido con el rigor informativo, debemos señalar que no afirmamos ni descartamos categóricamente la veracidad de la información contenida en estas filtraciones del SIM, ni en los recientes documentos sobre la participación de la CIA. No obstante, el origen de estos documentos en el seno mismo del aparato represivo del régimen, su posible instrumentalización política y el contexto histórico en que fueron producidos nos genera una justificada suspicacia. Invitamos a nuestros lectores a aproximarse a estas fuentes con mirada crítica y a considerar el complejo entramado de intereses que pudieron influir en su elaboración.