El 27 de septiembre de 2024 marcará un antes y un después en el comercio entre Estados Unidos y China, cuando entren en vigor los aranceles del 100% sobre los vehículos eléctricos (EV) importados desde China. Esta medida forma parte de una estrategia más amplia del gobierno de Joe Biden para contrarrestar lo que considera prácticas comerciales desleales por parte de China, cuyas empresas han inundado el mercado global con vehículos eléctricos a precios significativamente más bajos, impulsados por subsidios estatales.
El nuevo paquete arancelario no se limita solo a los EV. También incluye tarifas del 25% sobre las baterías de iones de litio, esenciales para los vehículos eléctricos, así como sobre el acero, el aluminio y minerales críticos. Además, un arancel del 50% se aplicará a las celdas solares y, a partir del próximo año, semiconductores fabricados en China también estarán sujetos a tarifas más altas. Esta serie de medidas busca reducir la dependencia de Estados Unidos de las cadenas de suministro chinas y fomentar la inversión en producción local de tecnologías clave para la transición energética.
Lael Brainard, principal asesora económica de la Casa Blanca, ha defendido esta decisión, explicando que los fabricantes chinos han utilizado el respaldo estatal para ganar una ventaja competitiva desleal, lo que pone en riesgo la industria automotriz de Estados Unidos. «Los vehículos eléctricos chinos están dominando los mercados globales a un ritmo alarmante», señaló Brainard. «Estas tarifas son necesarias para proteger nuestra industria nacional».
Impacto en los consumidores y la industria
Si bien el objetivo final de las tarifas es apoyar a los fabricantes estadounidenses y fomentar la producción local, la realidad a corto plazo es que los consumidores se enfrentarán a precios más altos en los EV, tanto los fabricados en Estados Unidos como los importados. Expertos en la industria advierten que el costo de algunos modelos chinos podría duplicarse, lo que complicará aún más la compra de vehículos eléctricos asequibles.
Los fabricantes de automóviles en EE. UU. también se verán afectados por el aumento de los costos de los componentes clave, lo que podría ralentizar el ritmo de la transición hacia la movilidad eléctrica. No obstante, las autoridades confían en que estas medidas fomentarán la inversión en la fabricación local de baterías y otros componentes esenciales, lo que, a largo plazo, fortalecerá la industria estadounidense.
La respuesta de China
China ha calificado estas tarifas como «acoso» y ha prometido tomar represalias. Argumentan que su éxito en el mercado de EV se debe a la innovación tecnológica, más que al apoyo gubernamental. Además, países como Canadá y la Unión Europea también han impuesto tarifas sobre los vehículos eléctricos chinos, lo que intensifica la guerra comercial global en torno a la tecnología de movilidad eléctrica.
El impacto de estas tarifas se verá reflejado no solo en los precios de los vehículos, sino también en el acceso a las materias primas esenciales para la producción de baterías. Estados Unidos sigue dependiendo de China para muchos de estos materiales, lo que plantea desafíos adicionales para el crecimiento de la producción nacional de EV.
Análisis
Con este arancel del 100%, Estados Unidos busca proteger su industria automotriz y reducir la dependencia de las cadenas de suministro chinas, pero a corto plazo, los consumidores podrían enfrentar precios más altos y una oferta limitada de vehículos eléctricos asequibles. Las consecuencias de esta decisión aún están por verse, pero la guerra comercial entre las grandes potencias está lejos de terminar.
