Somos Pueblo — El papa Francisco reapareció este Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano, saludando a los fieles desde su silla de ruedas y sin asistencia de oxígeno, en lo que marcó su participación inesperada pero significativa en el inicio de la Semana Santa. En medio de la ceremonia litúrgica, el pontífice dedicó un emotivo mensaje a las 226 víctimas mortales del colapso del techo de la discoteca Jet Set, ocurrido en la República Dominicana.
“Que Dios acoja en su paz a las víctimas del derrumbe de un local en Santo Domingo, y sostenga a sus familiares”, expresó Francisco durante el rezo del Ángelus, texto que fue divulgado por escrito debido a la convalecencia que aún mantiene por problemas respiratorios.
Reaparición pública del pontífice
Tras varios días de reposo médico por una neumonía bilateral y afecciones respiratorias que lo mantuvieron ingresado por 38 días en el hospital Gemelli de Roma, el papa sorprendió a los asistentes con su presencia en la plaza vaticana. Su visita, aunque breve, tuvo un alto contenido simbólico, al tratarse del comienzo de los días más significativos para el calendario litúrgico católico.
Acompañado del cardenal argentino Leonardo Sandri, quien leyó en su nombre la homilía central de la misa, Francisco se acercó a los fieles, intercambió palabras con niños y religiosas, y se detuvo a orar ante la tumba del Apóstol Pedro y el monumento de Benedicto XV, en el interior de la basílica.
“El papa Francisco se unió a los peregrinos y fieles en la plaza y les deseó lo mejor para el Domingo de Ramos y el comienzo de la Semana Santa”, informó el Vaticano mediante un comunicado oficial.
Un mensaje de compasión y cercanía
En su homilía, leída por el cardenal Sandri ante más de 20,000 personas congregadas, el papa pidió solidaridad con quienes atraviesan momentos de sufrimiento y debilidad. “La pasión de Jesús se vuelve compasión cuando tendemos la mano al que ya no puede más, cuando levantamos al que está caído, cuando abrazamos al que está desconsolado”, proclamó el texto.
La plaza, adornada con ramas de olivo y palmas, rememoró la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, en una tradición que se remonta al siglo IV. El pontífice hizo un llamado a vivir la fe con autenticidad: “Decidamos durante la Semana Santa cómo llevar la cruz; no al cuello, sino en el corazón”.
Solidaridad con la República Dominicana
Al referirse específicamente a la tragedia ocurrida en Santo Domingo, Francisco incluyó a las víctimas en su plegaria por los que sufren a causa de la guerra, la pobreza y los desastres naturales. La mención del papa ha sido recibida como un gesto de cercanía y consuelo hacia los familiares de los fallecidos en el colapso de la discoteca Jet Set, considerado el peor desastre civil reciente en la historia dominicana.
Con esta referencia directa, el pontífice visibiliza el dolor de una nación aún conmocionada por el hecho, al tiempo que extiende una oración de esperanza desde el centro espiritual del catolicismo.
Retorno gradual a la actividad pública
Aunque los médicos recomendaron al papa permanecer en reposo por al menos dos meses, Francisco ha retomado poco a poco su agenda, incluyendo su participación en el Jubileo de los enfermos, una visita reciente a la basílica de Santa María la Mayor, y un recorrido por la basílica de San Pedro en silla de ruedas para observar trabajos de restauración.
El pasado miércoles, también recibió en audiencia privada a los reyes del Reino Unido, Carlos III y Camila, en otra señal de su paulatina reincorporación a la actividad pública.
Un pontífice presente en medio de la fragilidad
A pesar de sus limitaciones físicas, Francisco ha insistido en mantenerse cerca del pueblo, especialmente en fechas de alto contenido espiritual. “Hermanas y hermanos, os agradezco mucho por vuestras oraciones. En este momento de debilidad física me ayudan a sentir aún más la cercanía, la compasión y la ternura de Dios”, señaló en su mensaje dominical.
Con su presencia en el Domingo de Ramos, el papa reafirma su compromiso de acompañar a los fieles durante la Semana Santa, no solo desde el Vaticano, sino también desde el dolor compartido con pueblos que sufren, como el dominicano. Su oración por las víctimas del colapso en Santo Domingo marca un momento de comunión espiritual entre Roma y el Caribe, en una Semana Santa cargada de simbolismo, fe y humanidad.