viernes, mayo 3, 2024

TOP DE ESTA SEMANA

Artículos Relacionados

El PLD: de Juan Bosch a Gonzalo Castillo. Por Fernando Ruíz

spot_img
- Anuncio -

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha sido el principal actor político de nuestra historia contemporánea. Al igual que todos los movimientos políticos y sociales, esta organización ha ido cambiando desde su fundación a la fecha. Una manera sólida de estudiar el cambio filosófico y político que ha experimentado este partido es analizando sus candidatos presidenciales a lo largo del tiempo, entendiendo que estos son una destilación política de la composición de la organización a la que pertenecen.

En toda su historia, el PLD ha tenido cuatro candidatos presidenciales. El primero de ellos fue el profesor Juan Bosch, quien fundó esta organización el 15 de diciembre de 1973. Bosch buscaba con este nuevo partido establecer una organización dirigida por cuadros políticos, formados y disciplinados, con organismos de discusión y debate para la toma de decesiones de manera consensuada.

El principal capital político de este nuevo partido era el propio profesor Juan Bosch, tanto con sus ideas como con su breve obra de gobierno. Estaba fresca en la memoria dominicana la campaña presidencial de 1962, en la cual, el entonces candidato, utilizó la radio para llevar su discurso a todos los rincones del país. En un lenguaje llano explicó sus intenciones, que eran reducir la diferencia material entre los hijos de machepa y los tutumpotes, y crear una república democrática de hombres libres.

La propuesta del PLD y su candidato era retomar el camino que se intentó recorrer cuando Bosch fue presidente. Entre los logros del breve gobierno de Bosch destacan el diseño de un nuevo presupuesto destinado a invertir de manera más eficiente los recursos en los sectores que más convenían a la población, como la educación. También la reforma agraria, que otorgó tierras a aquellos dispuestos a trabajarlas, y dispuso facilidades de crédito a estos pequeños productores. Aplicó austeridad en el gasto público, reduciendo los salarios de los funcionarios, incluyendo el suyo, y eliminando posiciones innecesarias en la administración pública. Por último, y lo más importante, promulgó una nueva constitución; quizás la más progresista en toda la historia del país, que otorgó a los dominicanos derechos como la libertad de pensamiento, culto y asociación.

Con Bosch como líder, el PLD se convirtió en la cúspide de la decencia política en la República Dominicana. Ser peledeísta era sinónimo de ser serio y honrado; era un orgullo pertenecer al partido que enarbolaba las ideas del profesor. De hecho, uno de los slogans en una de las campañas de Bosch fue: “ni mató ni robó”. En general, el PLD adquirió una reputación muy positiva en el país. La dirigencia de este partido era reconocida por su formación política y valores éticos; estos jóvenes articulaban ideas con facilidad, no mostraban apego a los bienes materiales, y nunca se les acusaba de haber tenido conductas contrarias a la vida en sociedad.

Luego de obtener un tercer lugar en las elecciones de 1994, el profesor Juan Bosch se retira. Hasta el momento había sido el único candidato presidencial del PLD. El liderazgo que venía acompañando al profesor Juan Bosch desde 1973 ya había adquirido experiencia política, y surgió de entre todos ellos uno que se convirtió en el segundo de los cuatro candidatos; el Dr. Leonel Fernández.

Fernández, quien entonces tenía cuarenta y dos años, había sido compañero de boleta de Bosch en 1994. Dentro de sus cualidades destacaban su gran capacidad intelectual y su facilidad discursiva y de expresión, que le permitía comunicarse con facilidad con los distintos grupos sociales. El entonces candidato exponía varias ideas, entre las cuales destacaban la modernización del estado con la incorporación de la tecnología de la información, la integración de la República Dominicana en los procesos regionales y mundiales, y la apertura económica a los mercados internacionales, colocándonos como país receptor de inversión extranjera.

Fernández fue electo presidente en tres ocasiones. Fue durante sus gobiernos que inició un proceso degenerativo dentro de las filas del PLD, producido principalmente por la corrupción administrativa, que era tolerada, y en ocasiones promovida por los colaboradores cercanos a su gabinete. La corrupción en el estado hizo metástasis en el partido, y los dirigentes del PLD comenzaron a preferir sus intereses económicos a sus viejos ideales. Ya para el proceso del 2012, el PLD era otro partido; Bosch no lo hubiese reconocido.

En este clima, surge el tercer candidato histórico a la presidencia por el PLD: Danilo Medina. Este experimentado dirigente venía con el proyecto del profesor Bosch desde 1974. Fue miembro de varias organizaciones universitarias de ideología Boschista, y ocupó desde temprano posiciones importantes en este partido. Tuvo una carrera política exitosa; fue electo diputado al congreso en tres ocasiones, y al ser uno de los hombres de confianza de Bosch y una figura reconocida en las bases del partido, fue designado como jefe de campaña para las elecciones presidenciales de 1994 y 1996, y había sido candidato presidencial en el 2000.

Con Fernández como presidente, Danilo Medina adquirió experiencia de estado sirviendo como secretario de la presidencia por siete años. Si bien conocía en la praxis el manejo del estado, carecía del dominio teórico y de la intelectualidad que tenían en común Bosch y Fernández. A pesar de que nadie dudaba de que tenía la capacidad necesaria para dirigir el estado, era notorio que era una degradación cualitativa como candidato con relación a sus dos predecesores.

Aún siendo una oferta menos atractiva a la que en otros momentos tuvo el PLD, la coyuntura política del momento le dio la oportunidad a Medina de llegar a la presidencia. En su gobierno, la corrupción pasó de ser un problema a resolver, a convertirse en el eje principal sobre el que orbitan las políticas públicas. La corrupción se volvió la política oficial del estado durante administración de Medina. Esto se traducía a la priorización de los negocios de funcionarios con el estado sobre los resultados de las políticas sociales aplicadas desde el gobierno.

Este nuevo enfoque implosionó lo que fue el partido de Bosch. Las posiciones de liderazgo dentro del PLD pasaron desde los dirigentes de “la vieja escuela” hacia los nuevos “dirigentes” peledeístas, que no eran más que aquellas personas que se prestaban a ser parte del engranaje corrupto en el estado. Era requerido para esta nuevo “liderazgo” lealtad incondicional al presidente, independientemente de ideologías. El PLD ya no era un espacio para debates e ideas; se convirtió una asociación de personas que tenían en común los mismos intereses: los negocios con el estado.

Esta metamorfosis alejó a la clase media e intelectual, que había sido el principal bastión del partido morado. Ante la nueva realidad del PLD, surgió del partido de Juan Bosch el cuarto candidato presidencial que ha tenido esta organización: Gonzalo Castillo.

 

 

 

Ante la imposibilidad de modificar la constitución para repostularse a un tercer período, la candidatura de Gonzalo Castillo surge como una hija ilegítima de los deseos del presidente Medina de perpetuarse en el poder y de la corrupción como la política de estado.  A diferencia de los candidatos anteriores, Gonzalo Castillo no contaba con ninguna experiencia relevante en lo político, más que sus años como ministro de Obras Públicas.

La candidatura de Castillo es en sí misma la personificación de la gran corrupción en el estado. Graves denuncias documentadas se han hecho en contra el candidato, entre las que se encuentran los doce mil millones de pesos en asfalto contratado de manera irregular e ilegal, denunciado por Alicia Ortega, o la de los negocios de su empresa Helidosa con el Banco de Reservas, denunciado por el economista José Rijo Presbot. Sin haberse dirigido a ninguna de ellas, Gonzalo Castillo ha seguido la línea oficial del gobierno ante Odebrecht y los demás escándalos de corrupción: el silencio.

En cuanto a sus atribuciones personales, lo que más destaca en Gonzalo Castillo es su gran dificultad para articular ideas y conceptos complejos, así como su baja capacidad de abstracción para el análisis de la realidad. Su inteligencia discursiva es baja, lo que hace difícil que exprese con palabras precisas sus pensamientos. Esto ha hecho imposible saber sus opiniones en los distintos aspectos de la realidad social dominicana.

Al carecer de talentos personales o de una carrera política dentro del PLD, la candidatura de Gonzalo Castillo ha sido una construcción artificial de publicistas y asesores políticos de alta calidad. En lugar de venderlo a él de manera auténtica como candidato, se ha creado con buena publicidad y mucho dinero un nuevo Gonzalo Castillo, un empresario exitoso, un hombre de acción y de pocas palabras. Este personaje artificial se derrumba cuando quien está detrás de esta careta habla a los medios; por ello, no ha aceptado participar en los debates presidenciales, ni acepta entrevistas de periodistas que no sean apologistas del gobierno.

En cuanto a su campaña presidencial, esta ha sido la más costosa en la historia de la república. La campaña presidencial del PLD pasó de los gloriosos discursos del profesor Bosch en la radio a la vulgar compra de voluntades del presente. Desde su precandidatura, el despliegue avasallador de recursos ha sido su marca distintiva. Lo que empezó como un gasto excesivo de publicidad en emisoras, vallas y redes sociales, degeneró en la campaña más clientelista en nuestra democracia. Aprovechándose de la miseria del pueblo dominicano, se ha visto al equipo de Castillo repartiendo gas, comida, y todo tipo de bienes que pudieran cambiar la voluntad de los más ignorantes de nuestros conciudadanos.

Como vemos, el Partido de la Liberación Dominicana se ha venido degenerando candidato tras candidato. Pasó de ser el partido más respetado y de más valoración por la sociedad a ser el partido de la corrupción, las dádivas, y el clientelismo. Pasó de ser el partido de los intelectuales, a ser el partido de los que se benefician del estado. Pasó de ser el partido de los demócratas al partido de los caudillos. Pasó de ser el partido de las ideas al partido que tira salchichones y pollos vivos. En definitiva, el PLD pasó de Juan Bosch a Gonzalo Castillo.

- Anuncio -