Washintong. En un giro audaz de su política comercial, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este jueves un memorando para imponer “aranceles recíprocos” a los países que gravan productos estadounidenses. La medida, que busca igualar las tarifas que esas naciones aplican a las exportaciones de EE.UU., ha puesto en alerta a diversos socios comerciales, siendo la Unión Europea uno de los principales blancos. Con este paso, Trump refuerza su postura proteccionista, que ha sido un sello distintivo de su administración.
El nuevo sistema de aranceles no será implementado de manera inmediata, sino que se prevé que entre en vigor en “semanas” o “meses”, con un enfoque particular en los países con los que Estados Unidos tiene un mayor déficit comercial. Según lo expuesto por un alto funcionario de la Casa Blanca, el primer paso será la elaboración de un informe detallado sobre el impacto fiscal, el cual debe ser entregado al presidente en un plazo de 180 días. Esta medida subraya una vez más el giro de Washington hacia un enfoque más agresivo en el comercio internacional, exigiendo paridad y justicia para las exportaciones estadounidenses.
Trump fundamentó su decisión en lo que considera un trato “injusto” hacia Estados Unidos por parte de varias naciones, a las que acusa de cobrar tarifas excesivas y de crear barreras no arancelarias que dificultan la competencia para los productos estadounidenses. Entre estas barreras, destacó los subsidios a ciertos sectores y las regulaciones medioambientales restrictivas. El presidente también señaló las manipulaciones cambiarias como una práctica que ha perjudicado los intereses de su país. “Todo el mundo se ha aprovechado de EE.UU. y hemos pagado un precio alto por ello”, afirmó Trump, agregando que es momento de que esos países reconozcan el apoyo histórico de EE.UU. y devuelvan un trato más justo.
Sin embargo, la crítica más contundente del mandatario fue dirigida hacia la Unión Europea, a la que acusó de prácticas comerciales desleales. Según Trump, los aranceles encubiertos, como el IVA que varía entre el 17 % y el 27 % en varios países europeos, afectan a los productos estadounidenses. En particular, el sector automotriz podría verse gravemente afectado, con un posible aumento de aranceles que llevaría las tarifas hasta un 27 % en algunos casos. Además, Trump hizo referencia al desequilibrio en el comercio de mariscos, donde la UE impide importaciones de EE.UU. desde la mayoría de los estados del país, lo que agrava aún más la percepción de un trato desigual.
Aunque la medida tiene como objetivo reequilibrar las relaciones comerciales de Estados Unidos con diversas naciones, sus repercusiones no se limitan solo a Europa. Países como Brasil e India también estarían en la mira debido a las diferencias en los aranceles impuestos sobre productos clave como el etanol y las motocicletas. Para Trump, este nuevo enfoque no solo busca renegociar los términos comerciales, sino también ejercer presión en áreas como la migración y la seguridad, lo que marca un cambio significativo en la estrategia de su administración.
Con esta política, Trump parece decidido a aplicar una de sus promesas de campaña: “América primero”. Aunque aún queda por ver cómo responderán los países afectados, lo cierto es que los aranceles recíprocos podrían tener un impacto considerable en la economía global y en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y sus principales socios. Las próximas semanas serán cruciales para observar si esta estrategia de presión logra los resultados esperados o si, por el contrario, desencadenará una guerra comercial aún mayor.