Somos Pueblo. – Tras los días de paro en San Francisco de Macorís, organizados por el Frente Amplio de Lucha Popular (Falpo) y otras entidades sociales, las autoridades locales aún no han llegado a un acuerdo con los manifestantes. Como resultado, se anunciaron nuevas protestas para el 23 de abril, en busca de respuestas a sus diversas demandas. Este paro, que tuvo lugar el 25 y 26 de marzo, se convirtió en un claro mensaje de descontento hacia las autoridades gubernamentales y locales, que, según los organizadores, han sido incapaces de cumplir sus promesas.
Raúl Monegro, vocero del Falpo, hizo un llamado a la población a seguir luchando, al asegurar que el paro fue apoyado en su mayoría por la comunidad. Según Monegro, el 98% de comerciantes y comunitarios se unieron a la huelga, superando las expectativas de los organizadores. Aunque no se registraron incidentes mayores durante la protesta, sí se reportaron algunas quemas de neumáticos en diversos sectores, lo que refleja el nivel de frustración entre los manifestantes. Las autoridades respondieron desplegando un gran contingente de policías y militares, incluidos helicópteros sobrevolando la ciudad.
El grupo que lideró el paro ha identificado varias demandas clave que buscan resolver a través de sus acciones. Entre ellas destaca la culminación de proyectos que se arrastran desde hace años, como el hospital de especialidades y el hospital regional, cuya construcción sigue detenida. Además, exigen la finalización de la Avenida Circunvalación y la construcción de la carretera que conecta San Francisco de Macorís con Río San Juan, obras que consideran esenciales para el desarrollo de la región.
Las quejas no solo se limitan a infraestructura vial y hospitalaria. Los manifestantes también demandan la construcción de calles, aceras y contenes en barrios y urbanizaciones, mejorando las condiciones de vida de los residentes en estas zonas. Asimismo, se hace un llamado a la creación de asentamientos agrarios para los campesinos y la edificación de una Plaza de la Cultura en la ciudad. Otra de las exigencias más graves es la pronta resolución de los problemas de intoxicación alimentaria en las escuelas, una situación que ha causado preocupación entre padres y educadores.
Aunque el paro no dejó incidentes mayores, las autoridades no han quedado indiferentes ante el llamado de la población. El gobierno desplegó un fuerte dispositivo de seguridad, que incluyó decenas de agentes de la policía y miembros de las fuerzas armadas en los puntos de mayor concentración. A pesar de los esfuerzos por disuadir a los manifestantes, el clima de insatisfacción persiste.
Ante este panorama, el Falpo y otras organizaciones han confirmado que las protestas no cesarán, y que para el próximo 23 de abril se realizará un «entierro popular» hacia la gobernación. Este simbólico acto pretende reflejar la inoperancia de las instituciones ante los reclamos de la población. Además, en los días siguientes se realizarán piquetes, vigilias, encadenamientos y celebraciones de “cumpleaños” a las obras públicas que llevan años sin concluirse, en una clara crítica a la gestión del gobierno local y central.
El clima social sigue tenso, y la expectativa se centra en cómo el gobierno responderá a este nuevo ciclo de protestas. Las autoridades locales y nacionales se enfrentarán a un desafío creciente: el descontento de la población de San Francisco de Macorís, que exige atención y soluciones reales para los problemas que han sido ignorados durante años.
