Hacia la nueva utopía de los dominicanos. Por Frederic Emam-Zadé Gerardino

DESDE EL FUTURO:

La democracia representativa se está quemando y de sus cenizas esta emergiendo una nueva democracia más directa; de ciudadanos más empoderados que en consecuencia están desempoderando a la clase dominante política. ¿Pero, por que ahora y no antes?

Antes, cuando se constituyeron muchas de nuestras democracias, el cambio tecnológico era mucho mas lento; la comunicación y la información se movían a la velocidad de un barco, un tren o un caballo y no participábamos directamente en los procesos políticos en las capitales. En lugar nuestro, alguien que alegaba representarnos lo hacia por nosotros y lo dejábamos hacerlo. Muchas veces ese representante era señalado por algunos dedos de la zona; la mayoría de las veces por algún poder fáctico o político.

Ahora, producto del cambio y la aceleración del cambio en las tecnologías de la información y la comunicación, este paradigma ha cambiado para los ciudadanos, que además tienen ahora mucho mas madurez política que antes.

Ahora, con el acceso masivo a la información y la comunicación que tienen los ciudadanos al alcance de sus manos, estos han adquirido una mayor consciencia de varias realidades muy evidentes y perjudiciales, como el hecho de que sus alegados representantes no responden a los intereses de los ciudadanos; como el hecho de que actúan en colusión con el poder ejecutivo y judicial en vez de servirse de contrapesos, o como el hecho de que financian la expansión de su poder político y economico, endeudando al ciudadano y extrayéndole cada vez más impuestos.

En reacción a estos vicios y perjuicios los ciudadanos están desencantados de nuestra democracia, de los políticos y sus partidos, y de los poderes de que estos abusan; los ciudadanos saben que quieren algo mejor y están asumiendo un papel mas activo para lograrlo.

En solo 4 años, para las próximas elecciones del 2020, la primera generación de nativos digitales, nacida entre 1980 y el año 2000, será la gran mayoría de los votantes en nuestro país y nuestro mundo político pasará por grandes transformaciones. La nueva izquierda serán los jóvenes tecno-progresistas utópicos y la nueva derecha serán los viejos izquierdistas, ahora conservadores del medioambiente, neo-luditas y enemigos del crecimiento y el progreso tecnológico y materialista.

El escepticismo que muchos tenían sobre el impacto social y político de los nuevos medios digitales ya esta desapareciendo y ya nadie lo pone en duda; pues se trata de una verdadera revolución hacia un mundo digital, de una disrupción mayor y estructuralmente transformadora. Los teléfonos inteligentes y sus aplicaciones de mensajería y sus plataformas sociales son ahora centrales para la acción colectiva, que les permiten a los ciudadanos con intereses y pasiones afines, conectarse entre si, comunicarse y movilizarse en forma masiva, sin un liderazgo individual ni una forma estática. Es una nueva forma de la vieja guerra de guerrillas, pero con computadoras en las manos en lugar de fusiles y con una nueva utopia de una democracia mas directa por la cual luchar.

En muchos países estamos viendo tendencias claras hacia ciberculturas de empoderamiento individual mas allá de las fronteras y como están emergiendo nuevas redes globales alternativas a los gobiernos, como por ejemplo las redes globales de Transparencia Internacional para denunciar alegados casos de corrupción, o las redes globales de Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otras organizaciones globales de causas comunes transnacionales.

Las sociedades de ciudadanos hiper-conectados están escuchando y empoderando nuevas voces y nuevos grupos ya no en jerarquías tradicionales sino en complejas e innovadoras heterarquías de acción colectiva, a expensas y en sustitución de los sistemas de partidos políticos tradicionales.

Para las elecciones del año 2016 apenas unos cientos de mil usuarios de redes sociales constituían la cibercultura política dominicana y tuvieron escasa influencia en los resultados. Pero para estas elecciones del 2020 se estima que esa cibercultura política ya ha crecido exponencialmente a más de un millón de ciudadanos y que tendrá mucho más influencia que en el 2016, tanto así que bien pudieran ser los que más influyan y determinen los resultados electorales.

Poco a poco los nativos digitales están visualizando y creando una nueva utopía para el siglo veintiuno, que será la que reemplazará la vieja utopía análoga del siglo veinte. El futuro está llegando.