Somos Pueblo. – La presencia de inmigrantes haitianos en el transporte público dominicano ha generado controversia dentro del sector, especialmente entre los conductores organizados en sindicatos. A medida que más extranjeros, en su mayoría haitianos, ingresan a esta actividad de manera irregular, los choferes dominicanos denuncian una competencia desleal que impacta sus ingresos y desafía la regulación del transporte.
Históricamente, los trabajadores haitianos han sido una fuerza laboral clave en sectores como la agricultura y la construcción en la República Dominicana. Sin embargo, en los últimos años, han comenzado a incursionar en el transporte público, generando tensiones con los conductores dominicanos, quienes operan dentro de un sistema regulado y administrado por sindicatos.
Alejandro Núñez, chofer de una ruta establecida, expresa su preocupación ante la proliferación de estos conductores «piratas»: «Se nos llevan los pasajeros y no tienen la responsabilidad que tenemos nosotros». Como él, muchos otros conductores argumentan que la presencia de transportistas irregulares reduce la cantidad de pasajeros que utilizan los servicios tradicionales, afectando la economía de los choferes afiliados a rutas formales.
Para operar dentro del sistema legal, un conductor debe adquirir una participación en la ruta, cuyo costo varía según la zona. En rutas como Villa Mella-La Victoria, el costo mínimo ronda los 400,000 pesos, mientras que en otras puede ascender hasta cinco millones. Además, los choferes afiliados deben pagar tarifas diarias a los controladores y realizar otros aportes a la estructura sindical. Frente a estos costos, muchos inmigrantes optan por operar fuera del sistema.
A pesar de las denuncias, algunos líderes del transporte reconocen que existen conductores extranjeros que trabajan de manera regular. Juan Hubieres, presidente de la Federación Nacional de Transporte la Nueva Opción (Fenatrano), señala que su gremio cuenta con choferes haitianos, venezolanos y colombianos que operan dentro de la legalidad. Sin embargo, Antonio Marte, presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones del Transporte (Conatra), sostiene que en sus rutas interurbanas casi no hay choferes haitianos, aunque reconoce su presencia en el Gran Santo Domingo.
“Hay haitianos sin licencia, sin documentación y sin nada. Llegan aquí, compran una ruta por 200,000 pesos y trabajan de una vez”, afirma Marte, haciendo hincapié en la falta de regulación de algunos transportistas extranjeros.
Por su parte, Williams Figuereo, presidente de la Central Nacional de Transportistas Unificados (CNTU), reporta la presencia de conductores de diversas nacionalidades en sus rutas. Según sus datos, de los 110,000 miembros de su sindicato, cerca del uno por ciento son haitianos.
Para muchos inmigrantes haitianos, la alternativa más viable dentro del transporte es el motoconcho, debido a los menores costos de entrada. Sin embargo, este sector también enfrenta problemas de regulación y controles migratorios constantes.
Ronald, un motoconchista haitiano indocumentado que trabaja en la parada de Mamá Tingó, en Villa Mella, relata las dificultades de operar en el país. «No hay vida para los haitianos en este país, estamos cogiendo lucha… Estoy aquí porque mi país está mal, pero si mi país está bueno me voy», dice, temeroso de los operativos de Migración que regularmente afectan a los conductores extranjeros.
Steven, otro motoconchista, afirma que la presión de las autoridades es constante. «Los policías todos los días se llevan a los haitianos», denuncia.
