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lunes, diciembre 1, 2025

La Brisita, un financiamiento a la pobreza

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Como niño añorando un juguete nuevo para el día de Reyes se espera cada año el bono navideño La Brisita que entrega el Gobierno, esta vez a 2.6 millones de personas. Estos 1,500 pesos destinados a ayudar a familias de escasos recursos para la preparación de su cena de Nochebuena es la “dignificación” de la canasta, de la caja y la fundita que desde tiempos ancestrales entrega el Estado como evidencia de un fallido plan de reducción de la pobreza.

Cuando inició el “Gobierno del Cambio” en 2020 se escuchaban en la radio spots publicitarios que proponían programas sociales para que la gente dejara de ser “pobre” (literalmente lo decían) a través de proyectos que buscaban la inserción laboral en empleos de calidad a través de Supérate, que ahora es más conocida por mantener todas las políticas clientelares que deja a los “pobres” siendo “pobres” con allantes mensuales y aportes especiales una que otras veces al año como sucede con El Cariñito, otros 1,500 pesos que este año recibieron un millón de madres, al menos en teoría, convirtiéndose en otra obra de mendicidad por parte de la gestión perremeísta. Ah, y el Bono a Mil, que entregó mil pesos a 290 mil familias para la adquisición de útiles por el inicio del año escolar.

Más de 3.9 millones de dominicanos recibieron solo esas tres ayudas sociales en un Gobierno que asegura ha reducido la pobreza. Ese número es un 39 por ciento de los 10 millones de dominicanos, es decir, la pobreza alcanza a casi un 40 por ciento de la población, si tomamos como muestra a los que necesitan esas ayudas.

Para 2017, el Banco Central, a través de la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo, determinó que el nivel de pobreza se situaba en un 30 por ciento, nueve puntos menos que en la actualidad. Entonces, ¿qué es lo que hemos reducido?

Todos los gobiernos, en especial este, se han encargado de financiar la pobreza más que a reducirla porque siempre necesitan una masa a la que comprar y engañar.

Para una administración que asume el poder con tantos compromisos y que no está pendiente a las verdaderas necesidades del pueblo es más fácil dejar caer “un menudo” que ejecutar políticas efectivas que den al traste con la mejora de la calidad de vida de los dominicanos. Para ello hay que hacer reformas profundas, hay que hacer a los grandes pagar impuestos, hay que recuperar lo que se han robado los políticos y hay que despertar la conciencia de la gente… Nada de eso es conveniente para el indolente sistema al que estamos sometidos.

Para combatir realmente la pobreza no necesitamos migajas sino educación y empleos de calidad. Capacitar a la gente para el presente y para el futuro, y dejarlos que aprendan a pescar y no darles el pescado, ni hacerlos masticar y tragar.

En este 2025, el presupuesto del Gabinete de la Política Social ascendió a casi 72 mil millones de pesos, que incluye programas como Aliméntate, Bonoluz, Bonogás, etc., un costo menor al costo político que pudiera enfrentar un partido que realmente quisiera transformarnos en una sociedad avanzada.

El crecimiento existe, el desarrollo es nulo. Como establece el Banco Mundial, República Dominicana muestra un fuerte crecimiento de la productividad, pero muy poco de los beneficios pasan a los trabajadores en forma de salarios. Eso es lo que debe cambiar un gobierno, no las cajas por tarjetas, ni las filas por transferencias.

Tal vez cuando dejemos de aplaudir como monos el hecho de que nos usen como instrumentos, aún en la necesidad, las cosas empezarán a ser diferentes.

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