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sábado, mayo 17, 2025
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La cultura del instantáneo. Por Gnosis Rivera

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La cultura del instantáneo. Por Gnosis Rivera

Recuerdo aquella ocasión en que una chica saltó de uno de los túneles de la Ave. 27 de Febrero. Si mi memoria no me traiciona, la chica estaba embarazada y enfrentaba un gran dilema sobre si decirle a sus padres o no. En definitiva, la chica decidió lanzarse desde uno de los bloques de cemento que hacen de techo en un paso a desnivel de la referida avenida. Entre todos los autos que pasarían a su lado al momento del siniestro, un joven que transitaba por la ruta se detuvo al ver el hecho, aparcó donde mejor pudo y brindó asistencia a la chica. En pocos minutos la chica era socorrida por la Cruz Roja mientras el atractivo rostro del joven recorría el ciberespacio a la velocidad de un rayo. Había nacido un héroe.

Hace poco de cuarenta y ocho horas parece haber nacido otro. Un militar que, haciendo uso del poder que le confiere su uniforme y atendiendo a las instrucciones recibidas, puso en alto a un diputado y, como es de esperarse, porque esa gente, los diputados, parecen venir de otra galaxia, de otro mundo, donde las órdenes no existen, se produjo un altercado en el que el segundo se reveló contra el primero. Un video que circuló insistentemente por Facebook y Twitter da cuenta del uniformado haciendo todo el acopio posible de la calma y la cordura, mientras el diputado se mantiene dentro de un automóvil todo terrero. A partir de entonces, las declaraciones: El diputado dice que el militar le increpó con un revolver en estado de embriaguez y bajo los efectos de las drogas, mientras el video contradice absolutamente esta afirmación y muestra al sujeto en pleno uso de su facultades y apelando al respeto.

En el caso de la chica, la gente parecía loca, la histeria se apoderó de la colectividad. Memes, chistes, imágenes, fotos, todo en torno al chico héroe que había “salvado a la muchacha”; para rematar, el chico estaba “bueno”, entonces el paquete venía completo. Un niño bonito, blanquito, bien montado, y ¡con valores! Algo realmente digno y único. Hasta la universidad donde el sujeto estudiaba se hizo eco en redes de que su recinto produce gente en valores. Algo realmente mezquino, si usted lo mira bien desde el fondo. La chica… ¿cuál chica?… Embarazo, suicidio, crisis familiar, angustia…todo eso quedó en un plano inexistente ante la necesidad de la sociedad de fabricarse un paladín de microondas.
Hoy los medios digitales se nos cuentan de un militar con una carrera digna de admiración. El tipo, según las entendidas, atractivo, estuvo en Irak, entonces es veterano de guerra -eso huele tanto a USA que equivale a tomarse un vaso de jugo Tang instantáneo de admiración gringa. El señor parece haber tenido una carrera intachable. Lo cual es algo que se supone que ocurra en la carrera militar, pero en nuestra selva termina siendo algo digno de señalar porque, lamentablemente, ser militar en nuestro país es sinónimo de muchas cosas, no necesariamente de seriedad y ausencia de tacha. Para él toda nuestra admiración, nuestro respeto y parabienes. El diputado… ¿cuál diputado?… Imprudencia, irrespeto, altanería, características propias de nuestra clase política… Para qué hablar de ello, si estamos acostumbrados.

Nuestra sociedad está muy lastimada. Rota. Quebrada. Nuestros símbolos donados, olvidados o extraviados. Estamos tan hambrientos de agenda, de tema, que nos vamos como reses allá dónde nos dirijan. Es más sencillo hacerlo que armar nuestras propias agendas, voltear las cosas e ir al ruedo, a la diana, al punto meridiano donde radican las motivaciones de las cosas. Nos enseñaron a pensar tan poco, a no meditar sobre nuestro entorno social, que irnos al fondo nos aturde, nos abruma. Por eso las nalgas de una Kardashian son tan potables, o el cine 4D de DownTown Center es lo máximo. Por eso los supermercados se atestan de gente un miércoles santo, porque desde el jueves al domingo hay que comerse y tomarse todo la comida de medio mes. Por eso escribimos artículos completos sobre lo “invasivo” que es el Gagá en nuestra cultura, mientras nuestra cena más emblemática viene siendo, poco a poco, la celebrada el día de Acción de Gracias.
Por eso vemos a una niña menor de 6 años con su cuerpecito semidesnudo en una publicidad que dice “hello vacaciones”, mientras a su lado hay un varoncito de la misma edad vistiendo camiseta y pantalones de algodón, y nadie se escandaliza, no hay problema con insistir en la carne de las mujeres así desde chiquititas, mucho menos si las matan como si fueran mosquitos. Por eso en nuestros almacenes más populares la ropa de las niñas tiene aberturas en la espalda, barriguitas al aire, como si fuera ropa de mujer adulta en tamaños de niñas, hipersexualizando la vestimenta de nuestras crías, igual que hay zapatillitas con un incipiente tacón, y nadie comenta eso, nadie dice nada, ¡si hasta dan ternurita! Y luego, en menos de un mes matan a 8 mujeres y solo nos escandalizamos dos días, luego pasa.

Por eso vamos al supermercado y no nos escandalizamos de ver a una empleada o empleado sentado en un minúsculo asiento que no cubre ni la mitad del trasero, lo cual genera problemas en la región lumbar y la espalda (enfermedades laborales), mientras los empresarios, dueños de estos almacenes se pudren de dinero. Por eso pasamos a diario por una avería de agua y no la denunciamos, por eso nos robamos la luz roja siempre que podemos, y vamos en vía contraria, porque tengo que llegar ¡y el resto no me importa!
Por eso no podemos perdernos de ir al mall más cool del momento, aunque se haya construido en un terreno que el Estado dominicano, el tuyo y el mío, donó a la Iglesia -tus cuartos y lo míos- y ésta a su vez vendió a quien quiso por cuanto quiso, así, sin ninguna regulación, sin que nadie pregunte a nadie nada. Por eso nadie cuestiona qué seguimiento psicológico se está dando a los más de doce niños violados por el sujeto aquel de apellido Wesolowski o por el sacerdote de Juncalito. Mentecitas infantiles ya lastimadas y dañadas de una forma quizá reversible. No, esto ya no importa porque ese tema ya pasó. También pasaron los 355 niños aquellos fallecidos, y los 11 de aquel fin de semana. Son prensa de ayer…

Y justamente esa es la sociedad a la que apuesta nuestra clase política. Una sociedad dispuesta a la entretención vacua y simple. Una sociedad que se siente cómoda no desmenuzando, no denunciando, no criticando, no revelándose. Una sociedad donde el que hace lo contrario es un pesado, y “debería calmarse, relajarse” un rato.
Por suerte, lentamente estamos cambiando, pero viendo las cosas objetivamente, es tanto lo que debemos trabajar, tanto… Debemos, con toda honestidad y descaro, discutir a lo interno de nosotros mismos y entre nuestros íntimos más cercanos, la implícita simbiosis que se ha dado entre nosotros y nuestra clase gobernante y empresarial, en qué punto de la ecuación nos hemos hecho cómplices y aliados de esta porquería de sistema, que padece de una sed tan aguda de valores, que se ase de cualquier cosa que parezca decente, así, hambrienta, sedienta.

Cuánto trabajo nos espera por delante, ¡cuánto!

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