sábado, abril 27, 2024

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La elocuencia del silencio. Por Maria G. L. F.

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La elocuencia del silencio

Cuando veo lo que está pasando y lo que no está pasando en mi país, me siento asqueada y maravillada. Pasa que la corrupción y la impunidad se han hecho tan evidentes que nadie puede negarlas. Pasa que se está presentando la mayor obra teatral de la historia, queriendo hacernos creer que se está juzgando a los corruptos cuando hay «pejes gordos» cuyos nombres no son ni mencionados en «los papeles». Pasa que una periodista, pruebas en mano, realiza una entrevista a un corrupto de marca mayor y, a los dos días, «el tema» muere y no hay instancia que investigue el origen de la multimillonaria riqueza del susodicho. Pasan muchas cosas simultáneamente; tantas que es difícil darles seguimiento. Pasa que todo se olvida y los ladrones salen de sus suites de lujo en Najayo y revistas de «alta sociedad», superficiales y huecas, los sacan en sus portadas como si fueran héroes nacionales. ¡Asqueante!

No pasa que los dominicanos tengamos confianza en el sistema judicial; demasiados jueces tienen caminos de migas de pan que los llevan directo a la Casa Morada. No pasa que se pueda ser juez y parte. No pasa que se oigan voces poderosas rechazando la corrupción. No pasa que «los grandes» pisen duro y digan «¡Bastó!». No pasa que el cuarto poder inunde la prensa con información objetiva y confiable. ¡Preocupante!

Pasa que surge un movimiento cívico verde compuesto, en su inmensa mayoría, por dominicanos honestos y trabajadores (se ha colado algún que otro oportunista de doble moral y doble ejercicio de funciones). Pasa que esos dominicanos tiñen de verde la geografía nacional marchando pacíficamente; abuelos; niños; jóvenes y ancianos en sillas de ruedas o con muletas; padres, madres y maestros preocupados por el futuro de la Patria y ocupados en forjar un buen mañana para sus hijos; artistas comprometidos con su país; comunicadores incomprables… ¡y tantos más!… todos con un denominador común: acabar con el cáncer de la corrupción y la impunidad. Pasa que los dominicanos verdes marchan también en los países donde se encuentran porque su Patria les duele. Pasa que somos muchos, que somos más, y que no nos vamos a callar. ¡Esperanzador!

…y pasa que el silencio de la mal llamada oposición se hace elocuente y evidencia las longitudes de las largas colas de los políticos. Entre bomberos, no se pisan las mangueras. Entre políticos, no se pisan las colas.

Maria G. L.F.

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