Escrito por Joaquín Antonio González Gautreaux.
Me propongo con estas letras, elevar un pensamiento hasta el cielo, para rendir con el poder de las palabras, un breve pero especial tributo, a un ser, que gracias a su existencia en el misterio de la vida, da sentido, deleite y encanto, resguardando en el espíritu de sus entrañas la clave a toda supervivencia y continuidad humana.
Por supuesto que estas letras, tratan y se refieren sobre la mujer, y es que la concepción del significado de la perfección humana, solamente podría ser comprendida, interpretando en su debida dimensión, esa fuente de amor, cuidado, lealtad y responsabilidad que representa la mujer en la creación del universo.
Son ellas, la más bonita y bella causa, que el camino de nuestra historia humana, nos ha concedido, para alcanzar y materializar el Derecho a la justicia e igualdad aún pendiente entre mujeres y hombres, por lo que estamos en la obligación moral, de asumir los desafíos y retos, en beneficio de la reivindicación por las deudas sociales tardías con la mujer, tanto en nuestro país, como en las distintas sociedades del mundo.
Es que tenemos que entender de una vez por todas, que una mayor participación y paridad de la mujer en todos los espacios de toma de decisiones sociales, laborales, políticas o empresariales, es el equivalente o el sinónimo de más desarrollo humano y por ende de mayor y mejor Democracia y Derecho.
La importancia de la participación cívica de las mujeres, radica en la esencia o naturaleza de de sus virtudes y pasiones interiores propiamente femeninas, capaces de dar al traste con la construcción de un quehacer o actividad humana, verdaderamente basada y radicada en el amor al prójimo, ya que, en definitiva, es la mujer lo más parecido a Dios, por su capacidad generadora de un espíritu creador y dador de vida.