En la escuela de comunicación enseñan conceptos básicos para discernir entre lo que es noticia y lo que no. Obviamente, la adquisición de experiencia desarrolla el olfato para buscar donde no hay, leer entre líneas y ser más acucioso periodísticamente hablando.
En términos generales, la noticia es una información que le permite al ciudadano común tomar decisiones en sus vidas. Eso solo sirve en la teoría, en las aulas. Cuando se sale a la realidad, a trabajar en medios, a leer prensa local, nos damos cuenta de lo distorsionada que está esa aseveración.
Si tomamos el caso de la sociedad dominicana, las “noticias” son los comunicados de prensa de las instituciones o empresas, los chismes de la farándula, el accionar de los políticos, o sea, distracción. Muy probablemente están ocultas las informaciones que de verdad son útiles para los ciudadanos y ahí es donde entra el mal llamado periodismo de investigación, que no es más que periodismo, puro y simple, porque quien ejerce esa profesión está llamado a investigar, no a copiar, ni a pegar textos de una web a otra para firmarlos con su nombre.
Entendiendo esta realidad que vive la sociedad actual, Somos Pueblo pone a disposición una plataforma para la gente y por la gente, dejando a un lado el declaracionismo y el diarismo para recordar que hay un pueblo que vive fuera de los límites del polígono central de Santo Domingo pasando necesidades, hambre y discriminación a las que el político solo le llega con discursos.
Mientras los medios tradicionales se enfocan en los políticos como figuras del showbiz e ídolos que salen todos los días en televisión cual John Travolta o Michael Jackson en los 70, nos olvidamos que fueron puestos por nosotros para hacer avanzar un país rico pobremente administrado.
El endiosamiento de estos personajes, muchas veces carentes de todo excepto de una astucia impresionante para engañar al prójimo, ha dado al traste al empírico analista político, que se convierte en líder de opinión (otro instrumento de manipulación) para mantener mareado a un público que lo sigue fielmente.
El político, sus lacayos y sus defensores pagados están copando las redes y los medios tradicionales haciéndonos creer que eso es nuestro país y no la falta de agua potable, electricidad, escuelas en pleno siglo 21 en lugares recónditos de nuestra geografía. Los medios nos hacen creer que la exigencia del cumplimiento de la ley, de avanzar en derechos, en oportunidades y en una sociedad más justa son quimeras que solo podemos ver en los más optimistas de los cuentos.
Si a esa exposición mediática de estos personajes sumamos el auge de las redes sociales que nos mantienen todo el día pegados a un celular matando las pocas neuronas que ya no hacían sinapsis, el futuro es poco esperanzador. ¿Acaso no es lo que buscan quienes nos controlan? ¿Más control, menos pensamiento crítico? Los medios nos estamos encargando de mantener dormido a un pueblo que pernocta en la indiferencia y la mendicidad.
Haciéndonos eco de lo que da views, de casas y mansiones que generan morbo, así como de una sentencia que permite la homosexualidad en cuerpos castrenses y la Policía estamos profundizando ese hueco cuyo fin no encontraremos y del que nos será difícil salir algún día.
Las noticias no son bonitas. El periodismo es constructivo. No es celebrar lo que hizo un Gobierno porque para eso se eligió, es criticar lo que no hace y lo que hace mal para empoderar a los ciudadanos de los derechos que les asisten para que se involucren en la edificación de una mejor sociedad más allá de limitarnos a votar cada cuatro años.
El contenido que se sirve en algunos medios es tan vacuo que uno se pregunta cómo subsisten y la respuesta: es publicidad gubernamental, que se coloca en espacios de entretenimiento para mantener todo el esquema de distracción de los verdaderos problemas que tenemos como nación.
Es cierto que no vamos a sucumbir ante el pesimismo, y que es válido distraerse para aligerar la carga de la conciencia ciudadana, pero ese escape no puede convertirse en unas vacaciones permanentes de la responsabilidad de ser parte de una sociedad.
El éxito de Somos Pueblo demuestra que se puede ser una plataforma sustentable alineada con los intereses de la gente y sus necesidades. ¿Críticos? Sí, mucho. ¿Necios? Odiosos diríamos, pero enfocados en nuestra responsabilidad de estar como medio al lado del pueblo exponiendo la realidad de la mayoría y buscando soluciones para el colectivo.
Defendemos a muerte nuestra independencia de criterio, incluso entre nosotros mismos, sin pandillaje, ni alquiler de conciencia, solo porque creemos que podemos ser mejores que lo tenemos sin una varita mágica, ni con un genio de la lámpara, sino siendo parte de la solución con conciencia y como ciudadano responsable para participar activamente de una transformación que nos saque del tercer mundo sin beatificar a los politicuchos que nos gobiernan.



