Ante la disminución en la llegada de migrantes y las crecientes tensiones en torno a las políticas migratorias, Nueva York está desmantelando parte de su sistema de albergues temporales. El alcalde Eric Adams anunció que el campamento instalado en un antiguo aeropuerto de Brooklyn, que actualmente aloja a más de 1,800 personas, cerrará el 15 de enero, y sus residentes serán reubicados en otros refugios.
Este cierre forma parte de una estrategia más amplia que ya ha clausurado 25 instalaciones similares en las últimas semanas, incluida una ubicada en un parque insular cerca de Manhattan, cuya clausura está prevista para febrero. Según Adams, estas medidas responden a la necesidad de optimizar recursos y ajustar la capacidad de los refugios de la ciudad, que ha recibido aproximadamente 250,000 migrantes desde la primavera de 2022.
Grupos defensores de migrantes, como la Legal Aid Society y la Coalition for the Homeless, expresaron su preocupación por la seguridad de las familias afectadas, especialmente aquellas alojadas en el aeródromo de Floyd Bennett Field, una instalación lejana y vulnerable a inundaciones. Estas organizaciones instan al gobierno a garantizar que los traslados no afecten servicios esenciales como educación, salud y empleo.
Entre los migrantes afectados se encuentra Mariama Barry, una madre soltera originaria de Guinea que vive en el aeródromo junto a sus dos hijos pequeños. Barry huyó de su país para escapar de un matrimonio forzado y evitar que su hija fuese sometida a mutilación genital. “Pensé que estaríamos a salvo aquí”, comentó, expresando su temor ante la posibilidad de ser deportada bajo la nueva administración.
Desde la elección de Donald Trump, quien asumirá el cargo en enero, las preocupaciones sobre deportaciones masivas han aumentado. La administración del presidente electo ha prometido implementar la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos.
Actualmente, el sistema de albergues de Nueva York alberga a unas 55,000 personas en 200 instalaciones temporales, una reducción significativa frente a los casi 70,000 que se registraron en enero pasado. Este descenso en las llegadas también se ha observado en otras ciudades como Chicago y Denver, donde se han cerrado albergues debido a nuevas restricciones migratorias implementadas en junio por el presidente Joe Biden.
Adams atribuyó los cierres a una “gestión estratégica” que, según él, permite ahorrar recursos y responder de manera más efectiva a la crisis migratoria. Aunque no mencionó directamente la amenaza de deportaciones, destacó que su administración continuará buscando maneras de optimizar el sistema de refugios.
Mientras tanto, defensores y migrantes permanecen vigilantes, esperando que los próximos pasos protejan los derechos y la dignidad de quienes llegaron en busca de seguridad y una nueva oportunidad de vida.
