Somos Pueblo – Ginebra, 1 de julio de 2025 — El planeta enfrenta un nuevo desafío climático que ya no es esporádico ni excepcional, sino parte de la nueva normalidad. Así lo advirtió este martes la Organización Meteorológica Mundial (OMM), una agencia especializada de las Naciones Unidas, al señalar que las olas de calor se están convirtiendo en un fenómeno cada vez más común, prolongado y peligroso, especialmente en el hemisferio norte.
La portavoz de la OMM, Clare Nullis, alertó desde la sede del organismo en Ginebra que el cambio climático provocado por la actividad humana —principalmente por la quema de combustibles fósiles— está intensificando estos eventos de calor extremo, que anteriormente eran raros y localizados, pero que ahora se están volviendo globales y sostenidos.
«Como resultado del cambio climático inducido por el hombre, el calor extremo se está volviendo más frecuente, más intenso y más prolongado. Es algo con lo que todos tendremos que aprender a convivir», declaró Nullis ante medios internacionales.
Calor extremo fuera de temporada
Aunque julio ha sido históricamente el mes más cálido del año en el hemisferio norte, la OMM subraya que la intensidad y la anticipación de las olas de calor registradas en las últimas semanas —particularmente en Europa occidental, el norte de África, Asia Central y partes de Norteamérica— son extraordinarias.
En países como España, Francia, Italia, Marruecos, Turquía y Grecia, se han alcanzado temperaturas superiores a los 43°C, superando récords históricos y provocando alertas sanitarias. Estas condiciones extremas afectan también a zonas de los Balcanes, Oriente Medio e incluso Escandinavia.
Los expertos de la OMM apuntan a múltiples factores detrás de esta situación, entre ellos la llegada de masas de aire caliente desde el norte de África, sumada a temperaturas elevadas en la superficie del mar Mediterráneo, que contribuyen a un fenómeno de retroalimentación térmica, elevando aún más las temperaturas en tierra firme.
El calor, el «asesino silencioso»
Más allá del malestar, el calor extremo es una amenaza seria y letal. Nullis se refirió al fenómeno como un «asesino silencioso», debido a que sus consecuencias suelen estar subestimadas o ser poco visibles en las estadísticas de desastres naturales.
“Las cifras oficiales suelen subreportar las muertes asociadas al calor, especialmente si se comparan con fenómenos más visuales o espectaculares como huracanes o inundaciones. Sin embargo, el calor extremo mata silenciosamente, especialmente a personas mayores, niños, trabajadores al aire libre y personas con enfermedades crónicas”, explicó la portavoz.
Solo en el verano de 2022, un estudio publicado por Nature Medicine estimó que más de 61,000 personas murieron en Europa como resultado de la ola de calor. Y se espera que esta cifra aumente en el futuro si no se toman medidas contundentes.
Medidas urgentes y responsabilidad global
La ONU insiste en que las muertes por calor son evitables, siempre que se apliquen políticas públicas eficaces. En ese sentido, la OMM destaca que los países deben fortalecer sus sistemas de alerta temprana, implementar planes de acción ante olas de calor y diseñar infraestructuras urbanas adaptadas al clima, incluyendo zonas de sombra, espacios verdes y viviendas con aislamiento térmico adecuado.
También enfatiza la importancia de educar a la población sobre cómo actuar ante temperaturas extremas: mantenerse hidratado, evitar la exposición al sol en las horas pico, atender a los grupos vulnerables y reconocer los signos del golpe de calor.
“Tenemos el conocimiento, tenemos las herramientas. Podemos salvar vidas si actuamos con decisión”, insistió Nullis.
La advertencia de la OMM se produce en un contexto en el que 2023 fue el año más caluroso jamás registrado y 2024 cerró como el segundo más cálido, según datos consolidados por múltiples organismos meteorológicos.
Cambios estructurales necesarios
Más allá de la adaptación, la ONU recuerda que la única forma de evitar que el planeta alcance puntos de no retorno es reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto implica una transformación profunda del sistema energético, el transporte, la industria, la agricultura y los patrones de consumo global.
Los científicos reiteran que, si no se toman acciones ambiciosas y coordinadas para limitar el calentamiento global a 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales, los fenómenos extremos —como las olas de calor, las sequías, los incendios forestales y los eventos meteorológicos extremos— serán cada vez más comunes, intensos y destructivos.