Santo Domingo. La República Dominicana es un país rico en recursos naturales, especialmente en oro, y esto ha colocado a la nación en una posición destacada tanto en América Latina como en el mundo. La mina Pueblo Viejo, ubicada en Cotuí y operada por la multinacional Barrick Gold, se erige como una de las principales productoras de oro a nivel global. En 2021, esta mina ocupó el quinto lugar mundial en términos de producción, reafirmando su relevancia en el mercado aurífero. A nivel regional, Pueblo Viejo es la mina de oro más productiva de América Latina, un logro notable para un país insular.
Sin embargo, esta abundancia de oro se ve empañada por denuncias de impacto ambiental, acusaciones internacionales contra la Barrick Gold y conflictos sociales en las comunidades cercanas a la mina.
La Mina Pueblo Viejo: Un Gigante del Oro
La mina Pueblo Viejo no solo genera grandes cantidades de oro, sino también ingresos significativos para el país. En 2022, se reportaron exportaciones auríferas por un valor cercano a los 2,000 millones de dólares, representando una parte considerable del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Según datos de Barrick Gold, la mina produjo más de 800,000 onzas de oro en 2021, posicionándose como una de las más productivas del planeta.
Desalojos en Cotuí y Conflictos Sociales
El desarrollo de la mina Pueblo Viejo ha generado controversias en las comunidades de Cotuí, donde familias han sido desalojadas para dar paso a la expansión de las operaciones mineras. Según denuncias de organizaciones sociales, cientos de familias han perdido sus hogares en desalojos que, en algunos casos, no han contado con compensaciones adecuadas ni alternativas habitacionales.
Los residentes de comunidades como La Piñita y Las Lagunas han denunciado desplazamientos forzosos, contaminación del agua y el suelo, y el deterioro de sus condiciones de vida debido a las actividades de la mina. Esto ha provocado tensiones constantes entre las comunidades afectadas, el gobierno y la empresa minera.
Barrick Gold: Acusaciones a Nivel Mundial
La empresa Barrick Gold, que opera en diversos países, enfrenta múltiples acusaciones internacionales por sus prácticas mineras. Organizaciones de derechos humanos y ambientales han señalado a la compañía por:
1. Impacto Ambiental: En países como Papua Nueva Guinea, Tanzania y Argentina, Barrick Gold ha sido acusada de contaminación de fuentes de agua, deforestación masiva y daños irreparables a ecosistemas locales. En República Dominicana, el río Margajita y otros cuerpos de agua cercanos a la mina han sido reportados como contaminados con metales pesados, lo que ha afectado la pesca, la agricultura y el acceso a agua potable.
2. Violaciones de Derechos Humanos: En Tanzania, la empresa fue acusada de abusos graves contra los derechos humanos, incluyendo casos de violencia sexual por parte de sus agentes de seguridad. En Papua Nueva Guinea, también ha enfrentado denuncias por condiciones laborales precarias y despojo de tierras a comunidades indígenas.
3. Elusión Fiscal: Diversos informes señalan que Barrick Gold utiliza complejas estructuras financieras para reducir el pago de impuestos en los países donde opera, lo que limita los beneficios económicos para las naciones anfitrionas.
Contraste con la Realidad Dominicana
A pesar de la riqueza aurífera que se extrae del suelo dominicano, los niveles de pobreza en el país siguen siendo preocupantes. Según el Banco Central de la República Dominicana, en 2023, el 21% de la población vivía en condiciones de pobreza. Este contraste evidencia una paradoja: un país con recursos naturales abundantes, pero con una distribución desigual de la riqueza.
Además, las tensiones sociales y ambientales generadas por las actividades mineras cuestionan si los beneficios de estas operaciones realmente llegan a la población. Las comunidades desplazadas y afectadas, especialmente en Cotuí, representan un ejemplo claro de los desafíos que enfrenta el país para equilibrar el desarrollo económico con la justicia social y ambiental.
Un Futuro de Decisiones Críticas
La posición de la República Dominicana como un actor clave en la producción de oro ofrece oportunidades significativas para el desarrollo económico. Sin embargo, estas oportunidades deben ir de la mano con políticas públicas que garanticen una distribución más equitativa de los beneficios, regulen con mayor firmeza las actividades de las empresas mineras y protejan a las comunidades afectadas.
Si el país logra abordar los conflictos sociales, las acusaciones ambientales y las desigualdades derivadas de la minería, podría convertir su riqueza aurífera en un motor de desarrollo sostenible. De lo contrario, la abundancia de oro seguirá contrastando con la persistencia de la pobreza y las tensiones sociales que afectan a gran parte de su población.