De la furia en la Casa Blanca al abrazo (con reservas) en Roma
Somos Pueblo – El 28 de febrero el mundo fue testigo del estallido de Donald Trump contra Volodymyr Zelensky en la Oficina Oval. Aquella discusión televisada —gritos, acusaciones de “ingratitud” y amenazas de cortar la ayuda militar— dejó la relación al borde del colapso. Únicamente un mediador con estatura moral mundial podía volver a sentarlos: la Santa Sede.
La “ingeniería” vaticana detrás del encuentro
El cardenal Matteo Zuppi, emisario papal para Ucrania, y el ex‑embajador estadounidense Joe Donnelly trabajaron semanas para aprovechar un momento irrepetible: la despedida de Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano. Bajo estricta confidencialidad, pactaron un breve cara a cara antes de la misa fúnebre en la Basílica de San Pedro. El resultado: 15 minutos de conversación “muy productiva”, según ambas delegaciones.
Latinoamérica en el centro del tablero geopolítico
Aunque la reunión ocurrió en Roma, su impacto se siente con fuerza en la región:
• Simbolismo latino: Francisco, de origen argentino, fue quien inspiró el reencuentro.
• Próxima escala hemisférica: equipos de protocolo exploran Buenos Aires y São Paulo para un segundo encuentro que incluya a líderes de CELAC como garantes.
• Intereses cruzados: Trump busca consolidar su giro estratégico hacia Latinoamérica tras su “pivot” post‑Europa; Zelensky quiere sumar apoyo político y acceso a minerales críticos ucranianos para cadenas de suministro americanas.
Lo que se habló (y lo que se evitó)
1. Borrón y cuenta nueva: ambos coincidieron en bajar la retórica pública antes de retomar negociaciones de paz con Rusia.
2. Mapa de ruta: discusión preliminar sobre un alto el fuego “con garantías multilaterales” y un posible referendo supervisado por la ONU en las zonas ocupadas.
3. Minerales y reconstrucción: Trump insistió en un acuerdo de extracción de litio y titanio a cambio de inversión norteamericana en la reconstrucción de Járkov y Odesa.
4. Crisis humanitaria: Zelensky pidió acelerar la repatriación de los 19 000 niños ucranianos deportados; el Vaticano ofreció canales humanitarios.
¿Y ahora qué?
Los equipos técnicos pactaron tres semanas para definir una agenda más amplia. De cerrarse, la “Cumbre de Buenos Aires” —nombre tentativo— podría convocar a presidentes latinoamericanos como facilitadores, un gesto inédito que colocaría a la región como plataforma clave en la paz europea.