¿Voto o dictadura? Por Juan Sierra

La tendencia histórica consiste en que cada generación supera los diferentes retos de una época dada, en nuestro caso, los de mi generación 1970-1980 logramos sobrevivir por decirlo de alguna manera, a la complejidad y la dualidad que nos enfrentó. Pasamos desde el disco de vinilo y teléfono de disco, al MP4 y el smartphone. Posiblemente una de las generaciones más interesantes de los últimos 100 años. Sin embargo, seguimos estancados en el aspecto sociopolítico.

¿Cómo le explicaríamos a nuestros hijos que en las elecciones de febrero del 2020 vivimos un aplastante retroceso electoral sin ningún precedente histórico en el que regresamos desde la pantalla táctil a la boleta física de papel y carbón con el sabor amargo de los 90’s porque otra de las decenas de instituciones públicas también nos falló provocando una crisis política en medio de un intento continuista de carácter totalitario y dictatorial del oficialismo?

¿Cómo vamos a dejar que se escriba en los libros de historia que un grupo de políticos, en su gran mayoría, nos amenaza constantemente con destruir hasta sus cimientos una ya lesionada sociedad que además de perder por completo la fe en la justicia, tampoco cuenta con garantías y mecanismos viables para optar por otras alternativas de poder para el estado?

Me niego a pensar que seremos los responsables y a la vez víctimas de una dictadura que ha secuestrado absolutamente todos los poderes del estado que un partido pueda controlar en un país “libre”, el cual ha quebrantado todas las normas y leyes en todas las maneras y formas, que asesinó la justicia a tal punto que la corrupción es la nueva reforma.

“El oficialismo se aferra al poder mediante la compra de voluntades, usando todo cuanto el recurso del estado pueda pagar sin discriminar los niveles y herramientas, al igual que serviles que escriben, opinan y reprimen ante cualquier asomo de disidencia con acusaciones propias de opositoras. En este universo de la soberbia no existen disidentes o discrepancias neutrales”.

Hemos sido testigos del silencio de muchos sectores, algunos por miedo, otros por intereses, que a largo plazo será cosa de tiempo, porque ese poder político poco a poco se adueña de esos sectores hasta lograr desplazarlos.

¿Cómo vamos a explicar que en casi 20 años hemos empeñado el futuro de varias generaciones?, ¿que institucionalizamos la corrupción y el desfalco?, ¿que fuimos testigos de los mayores actos de corrupción de la historia moderna y no existen responsables?

El Oficialismo (PLD) en casi 20 años acumuló una cantidad de riqueza económica entre sus miembros al mismo ritmo de su embriaguez de poder. Tanto así que empezó a implosionar desde su estructura interna y a auto consumirse hasta su división.

¡Pues muchos si podremos explicar con la frente en alto y mucha dignidad, que decidimos actuar, que no nos quedamos de brazos cruzados! Que nos levantamos a votar motivando a todo el vivo apto para el sufragio, que defendimos el derecho al voto, que todavía había tiempo de abrazar la democracia, salvar la patria y salvaguadarla para ellos.

Tenemos que asimilar que somos todos nosotros, la ciudadanía que se levanta a diario a trabajar, la que paga impuestos, la que echa andar el país, los únicos responsables de nuestro porvenir y el de los que vienen, que somos muchos más los que queremos orden, justicia y respeto.

La gravedad del asunto amerita entenderla y analizarla porque la misma trae una inusual prisa que nos obliga a tomar medidas urgentes. Así como la misma dictadura tiene prisa en perpetuarse.

Nosotros tenemos la decisión de detener el abuso, la burla y el engaño por medio de la mayor herramienta democrática para recuperar nuestro país: !EL VOTO!

¿Si no?.. ¡DICTADURA!