La publicación de Diario Libre en defensa de Bartolomé Pujals en Instagram ha generado una fuerte reacción entre los usuarios de redes sociales, quienes acusan al medio de prensa de parcialidad en su cobertura. El artículo sugiere que las denuncias en redes sociales contra el funcionario son parte de una campaña organizada para perjudicar su imagen, destacando que las acusaciones sobre alquileres de edificios y contratos públicos carecen de fundamentos sólidos y obedecen a intereses ocultos.
En su defensa, Diario Libre afirmó que este tipo de señalamientos hacia Pujals, que incluyen temas de alquileres y nombramientos públicos, han sido parte de prácticas comunes en el Estado por décadas. Además, insinuó que las acusaciones en su contra funcionan como una “planificación publicitaria” y no como una crítica genuina. Sin embargo, este argumento fue rechazado por cientos de usuarios que respondieron en redes sociales, acusando al medio de parcialidad y cuestionando la influencia del Estado en sus publicaciones.
Reacciones en Redes Sociales
La publicación de Diario Libre despertó una ola de comentarios críticos. Usuarios como señalaron que el artículo podría tratarse de un “espacio pagado” por el propio Pujals con recursos públicos, aludiendo a la falta de independencia del medio. Otros, expresaron que los intentos de “limpiar la imagen” de Pujals a través de los medios solo agudizan la desconfianza de la ciudadanía.
La insistencia de Diario Libre en atribuir las críticas a una “campaña” fue interpretada por algunos como un intento de desviar la atención de las acusaciones.
Algunos de los comentarios de los usuarios:
@jorgeceballos28
Faltó ponerle al final: Publicidad Pagada
@wilkin.moreno
A lo que ha llegado la prensa pagada, vean ahí.
@aldo_peguero
Espacio pagado por Bartolito con nuestro dinero, debes saber que mientras más tratas de limpiarte mas te embarras.
@moviesseries_tips
Diario ¿Libre?
@edwardrcny
La gran pregunta es: Cuánto está colocando de publicidad el estado en Diario Libre? Aquí no es un tema de campaña ni campañita. El que ocupe un cargo público, sabe que puede y será sometido a preguntas y a dar detalles de lo que se hace con el dinero público. Si no está dispuesto a ser cuestionado en que gasta el dinero, puede renunciar y dejar que alguien que no le asuste y que no tenga nada que ocultar maneje ese puesto.