Siendo adolescente no existía algo que nos extasiara más que papá nos avisara que emprendíamos “viaje” a Puerto Plata de madrugada. Recuerdo que nos quedábamos en una casita a orilla de la playa. Definitivamente Costambar era una replica del Edén.
Frente a nuestras narices esa magia se perdió, se arrabalizó, y no hicimos nada y no actuamos y nos dolió. Con ese sabor dulce instalado en mi recuerdo, persistente a pesar de los años, cada día de asueto, cada Semana Santa promovía en mis hijos pasarlo en nuestra tacita de plata. .
Era un puñal en el alma cada vez que me la comparaban con un pueblo fantasma.
Tengo recortada y guardada cada publicación que informaba el relanzamiento de la Novia del Atlántico, celebré como propios cada proyecto inaugurado.
Ibamos por buen camino, pero la avaricia siempre llega a joderlo.
Por 52 millones dice Walter que le compró a su amigo Amézquita.
Un plan aventajado que en menos de un año desde que ejecutaron una deuda de 5 millones les dejará a los compañeros “de gallos” unos 47 millones de ganancia.
47 millones de lagrimas que lloverán en Puerto Plata cuando los inversionistas desconfíen del turismo.
47 millones de dolores de cabeza para que luego pueda mitigarse el daño medioambiental.
47 millones de sinsabores a los conservacionistas marinos para rescatar las playas y su ecosistema.
47 millones de traslados a los hospitales de los niños que viven y estudian pegados a ese nuevo vertedero.
47 millones que para unos cuantos es mucho, para muchos es poco para que decidieras vender y condenar el futuro de tu pueblo Walter.
Que Dios te guíe y te permita recapacitar.
