Guerra de egos: Danilo y Leonel. Por Fernando Ruíz.

En nuestro momento político actual existen dos fuerzas en confrontación; el danilismo y el leonelismo. La República Dominicana es el tablero en una de las más feroces guerras de ego de la historia. Danilo y Leonel se encuentran en un enfrentamiento político a muerte, donde ninguno de los dos está dispuesto a perder.

Si nos permitimos hacer un símil de nuestro panorama con el Ajedrez, Leonel tuvo la ventaja de ser las piezas blancas y mover primero. En 1994, su trabajo político combinado con sus grandes dotes intelectuales y oratorios, hicieron que Bosch lo seleccionara para ser su compañero de boleta. Esto le dio el primer empujón. Más adelante, en una coyuntura histórica entre otro duelo acérrimo de egos entre Peña Gómez y Balaguer, le cayó la presidencia de carambola en las manos; por eso jugó primero. Danilo tuvo que aceptar las piezas negras y jugar después.

Danilo pensó que el juego sería amistoso, pero siendo ambicioso, jugó para ganar. Leonel ejecutó una excelente estrategia de salida, y aprovechó la ventaja de jugar primero para crear un buen posicionamiento en el tablero. Continuó el populismo heredado del Partido Reformista y  se apropió de sus bases con dádivas, cajas navideñas y otros programas de perpetuación de la pobreza. Institucionalizó la corrupción para tener contentos a todos los que «trabajaban» en el estado. Esta popularidad ganada fue su estrategia para asegurar volver más adelante.

Danilo fue rápidamente neutralizado con esta ofensiva tan agresiva, y cuando Danilo pensó que podía llegar en el 2000, la estrategia de Leonel se mostró superior. «Lo apoyó», pero no lo apoyó. Danilo quedó mal en las elecciones, y sabía que Leonel lo había hecho para consolidarse como líder del PLD. Este hecho hizo que Danilo se tomara el juego muy personal.

Leonel pasó el rolo en las primarias del 2003 del PLD, y ya sabemos la historia del 2004. En el 2006 Danilo, herido, renuncia del gabinete del entonces presidente para armar su ofensiva. En el 2007 Leonel arremete sin piedad contra Medina, y aún se escucha en las montañas aquella frase que humillado y con el corazón lleno de odio este dijo: «me venció el estado». Leonel eliminó las piezas de Medina nombrandolas en posiciones del gobierno, y lo dejó prácticamente sólo, ganándole 70 a 30 en la convención interna del PLD en el 2007. Leonel, disfrutando la dulce victoria, se volvió adicto al juego. Concluyó que es el mejor jugador, y que está predestinado a estar en la presidencia de la República, así sean 16 o 20 años. Asume que nadie puede manejar el estado mejor que él, y que mientras haya juego, él tiene necesariamente que estar jugando.

Aquí nacen las dos fuerzas que han maldecido nuestro país desde entonces; que lo han mantenido en la pobreza, sin educación y desesperanzada. La adicción opioica que tiene Leonel Fernández con la presidencia de la república, y la capacidad de rencor infinito de Danilo Medina, que lo único que desea, es vengarse de Leonel mientras respire.

Apabullante y aplastante, Leonel le enseña a Danilo en el 2011 toda su capacidad. “Recolecta” dos millones de firmas de dominicanos que quieren “que siga en el gobierno”; es decir, un tercer período de Leonel. A pesar de ello decide no reelegirse, pero antes modifica la constitución que entonces lo inhabilitaba, y deja todo preparado para salir un período y luego volver.

Circunstancialmente debía darle la mano a Danilo en el 2012, pero dejó todo armado para que este saliera en el 2016. Leonel subestimó a su adversario. Para entonces, este no sabía que su oponente se lo había tomado tan personal, y confió en el posicionamiento de las fichas que dejó en el tablero mientras esperaba volver. Cometió el error de creer que sus seguidores eran de él, cuando realmente lo eran de la posición que ejercía.

Danilo aprovechó esta brecha para remontar como una fiera contra su rival, decidido a no darle una sóla oportunidad mas nunca hasta darle jaque mate. Llegó, y a los dos meses comenzó a difamar el gobierno de su antecesor. Eliminó las piezas claves de su oponente sacándolos del gobierno; a algunos hasta los sometió a la justicia. A los que podía los compró, y dando más permisividad con la corrupción, hizo que los que antes eran leonelistas lo prefirieran, pues conseguían más dinero en el gobierno. Leonel se dio cuenta tarde de que tan en serio estaba jugando Danilo, y de lo mucho que le dolió a este decir en el 2007: “me venció el estado”.

Cuando intentó reaccionar, Danilo había cambiado radicalmente el juego. Leonel tenía pocas fichas, y algunas de sus torres, alfiles y caballos ya eran parte del juego de su oponente. Con preocupación vio como su rival maniobró en el tablero y en el 2015 consiguió rehabilitarse para la repostulación, que luego ganó en el 2016 con un «62%».

Leonel quedó hecho trizas, negoció lo que pudo, pero ya sabía que iba perdiendo y tenía problemas serios. Pero ante la necesidad de seguir jugando, convirtió el rencor que nacía en su corazón en energía  y comenzó a trabajar para volver. Creó una estrategia, y siendo un hombre inteligente, ejecutó con destreza su plan.

Ya ambos sabían que esto era algo personal, que iban a un duelo a muerte, y los dos tenían que jugar a toda capacidad. Danilo intentó modificar la constitución y reelegirse nuevamente, para no dejar pasar a Leonel. Este último radicalizó su posición y a sus simpatizantes, llevándolos al punto de ir a protestar al congreso, controlado en ambas cámaras por su propio partido. Leonel sabía que no tenía manera de competir con Danilo; y que su mejor posibilidad era no permitir la modificación para volver a repostularse.

Leonel ganó esta pequeña guerra; Danilo no podía ser el candidato por impedimento constitucional. Leonel sabía que una vez el PLD lo proclamara candidato, todas las personas que hoy apoyan a Danilo lo iban a pasar a apoyar; pues por experiencia propia conoce que muchos peledeístas apoyan al que les asegure sus cargos y posiciones; que en el PLD existe muy poca lealtad. Danilo, que conocía también la realidad, decide escoger un títere desconocido de su gabinete y endosarle todo el aparato del estado para su campaña.

Danilo ganó esta última guerra cuando su candidato «venció» en las primarias del domingo 6 de octubre. Demostró al país que aún un hombre sin condiciones de estadista, que no sabe hablar y que ni siquiera conoce cómo se compone el presupuesto del estado puede ganarle a Leonel, un ex presidente de tres períodos. Todo esto lo hizo alimentado de esa rivalidad rancia descompuesta en su corazón, queriendo escuchar a Leonel decir: «me venció el estado».

Mientras tanto, el campo de batalla hemos sido nosotros. Tuvimos que soportar 12 años de corrupción con Leonel, y 8 años con el doble de corrupción con Danilo. Somos una economía frágil, mantenida artificialmente con emisión de deuda por parte del estado. Esta guerra ha mantenido al pueblo bruto, que sigue vendiendo su voto elección tras elección. Ha malgastado la mitad del presupuesto nacional año tras año, y ha empeorado la calidad de vida de los dominicanos.

Ante todo esto me surgen dos preguntas: ¿Tienen derecho dos personas a hacerle tanto daño a un país?, y por último, ¿tenemos la obligación de aguantar esto? Para mí, la respuesta a ambas preguntas es que no.